martes, 16 de septiembre de 2014

El Congreso

El Congreso. Título original: The Congress

Director: Ari Folman

Actores: Robin Wright, Harvey Keitel, John Hamm, Kodi Smit McPhee, Danny Huston y Paul Giamatti.

Guión: Ari Folman. Basado en el libro "Congreso de Futurología" de Stanislaw Lem

Productores: Ari Folman, Robin Wright, Ewa Puszczynska, Eitan Mansuri y David Grumbach.

Montaje: Nili Feller

Fotografía: Michal Englert

Música: Max Richter

Producción: Opus Film, Pandora Filmproduktion, Bridgit Folman Film Gang.


Ari Folman es sin ninguna duda un cineasta peculiar y diferente, si ya con la excelente Vals con Bashir consiguió sorprender al mundo del cine utilizando la animación para contar una historia sobre la Guerra del Líbano, éste The Congress es probablemente el film más inclasificable que se ha estrenado en los últimos años.

Como ya comenté en Enemy hay películas que requieren de la colaboración del espectador y en ésta ocasión de nuevo nos encontramos antes una historia en la que no solo la aportación individual de cada persona dotará al film de significados diferentes si no que la percepción misma de la película podrá cambiar radicalmente tanto durante su visionado como en las reflexiones posteriores sobre ella.

Pero quizás nos estemos adelantando demasiado, El Congreso, basada libremente en el libro "Congreso de Futurología" de Stanislaw Lem (obra que estoy deseando leer ya mismo después del visionado de ésta película), cuenta la historia de Robin Wright que en un ejercicio impresionante de metacine interpreta una versión de sí misma (atreviéndose incluso a juguetear con desvelar decisiones que pudieron hacer que su carrera no despegara como debiera pese a su talento), una actriz con problemas familiares que llegada a la barrera de los 40-50 años recibe la última gran oferta de su estudio cinematográfico, la posibilidad de digitalizar su imagen y utilizarla ellos mismos en sus películas, con la condición de que ella nunca podrá actuar y solo lo hará su versión digital.

Esta primera parte del film, la más convencional, supone una apasionante crítica hacia Hollywood y la manera en que crea y destruye a su star system utilizándolos como meros objetos de usar y tirar bajo la tiranía de empresarios y productores que piensan más en la posibilidad de réditos económicos que en el cine como séptimo arte, finalizando con la bellísima escena de la digitalización en la que se demuestran dos maneras muy diferentes de bordar una interpretación, si Robin Wright lo consigue solo con su cara y sus gestos, sin mencionar una sola palabra, Harvey Keitel realiza un monólogo cargado de emoción y sentimiento.



Pero es a partir de aquí cuando se pasa de un film notable a una verdadera obra maestra, cuando Ari Folman libera todo su impetú visual y narrativo (junto al de la obra de Lem por supuesto), para introducirnos en un mundo psicotrópico en el que nada es lo que parece, en el que pasamos de un jardín de El Bosco a una película de Kubrick, con abundantes referencias al surrealismo. Las referencias culturales del film son incontables, tanto a nivel visual como de personajes y la cantidad de ideas que se lanzan desde la pantalla pueden apabullar hasta al más avezado espectador, utilizando como base inicial el mundo del cine el film avanza hacia una crítica hacia la sociedad de consumo y el cada vez mayor poder de la industria farmacéutica, reflexionando sobre las oportunidades perdidas, el uso de los avances (químicos en ésta ocasión) para conseguir la felicidad, mientras nos relata la historia de amor de una madre hacia su hijo y de un animador (excelente también John Hamm) hacia su "producto", entre otras muchísimas cosas.



Ciencia ficción distópica (genial el diálogo entre Robin Wright y el productor sobre la importancia de la ciencia ficción en el mundo del cine) que encierra una tremenda amalgama de ideas y géneros.
Pretenciosa y carente de sentidos para algunos, magnética e hipnótica para otros, El Congreso es una experiencia cinematográfica que sin duda merece ser vivida por uno mismo.
Si queréis mi opinión: Absolutamente imprescindible.

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