martes, 20 de enero de 2015

Whiplash

Whiplash

Director: Damien Chazelle

Actores: Miles Teller, J.K. Simmons, Paul Reiser, Melissa Benoist, Austin Stowell.

Guión: Damien Chazelle

Productores: Jason Blum, Helen Estabrook, David Lancaster, Michel Litvak.

Montaje: Tom Cross.

Fotografía: Sharone Meir.

Música: Justin Hurwitz.

Producción: Bold Films, Blumhouse Productions, Right of Way Films.


Agarrado a ambos reposabrazos de la butaca, clavando mis uñas sobre ellos y moviendo una pierna al ritmo de la música, en tensión, incluso casi diría que con algo de miedo, así es como pase los últimos minutos de Whiplash. Y es que decir que ésta película es intensa sería quedarnos muy cortos, es curioso que un género musical como el Jazz que no voy a llamar minoritario pero si tal vez poco reconocido entre el gran público sea capaz de provocar sensaciones tan poderosas en un absoluto profano sobre la materia.




Con marcados tintes autobiográficos, ya que su director Damien Chazelle también fue batería en la banda de Jazz de su instituto con un profesor que le dejó marcado, Whiplash nos cuenta la historia de una obsesión, que pueden parecer en un principio dos pero que realmente es la misma, la obsesión por alcanzar la perfección, por llegar a lo máximo, tanto a nivel personal en el caso del jóven Andrew Neiman, ambicioso batería de Jazz absolutamente enfocado en lograr ser el mejor músico de todos los tiempos, como en el caso de Terence Fletcher, un profesor y director de música, conocido por sus extremos métodos en la búsqueda de una joya en bruto a la que pulir.

Pero curiosamente dos personaje tan asperos y rechazables como ellos, capaces de dejarlo todo y arrasar con cualquier cosa que haya por delante, acaban siendo perfectamente entendibles en sus motivaciones, y ese es uno de los grandes triunfos de Whiplash, hacer que el espectador ya no se identifique, pero si comprenda dos carácteres tan extremos. Y si esto sucede es gracias al impresionante trabajo de su dúo protagonista, encabezado por el joven Miles Teller que da sobradas muestras de su talento con una actuación que destaca a primera vista por su despliegue físico pero que esconde también multitud de matices en sus gestos y sobre todo aguanta el tipo de manera más que solvente a la auténtica bestia parda que es J.K Simmons, y es que el Oscar de éste año a mejor actor secundario ya tiene su nombre inscrito, Ethan Hawke hace un gran trabajo en Boyhood, Edward Norton vuelve por todo lo alto en Birdman, pero lo que consigue el veterano actor de Detroit está sencillamente a otro nivel, su Terence Fletcher está sin duda llamado a pasar al olimpo de las grandes actuaciones, y es que un papel que podría caer en lo grotesco en otras manos se convierte en un personaje poderosísimo gracias al trabajo de Simmons, tan acertado en sus momentos de mayor hijoputismo (no hay otro modo de decirlo) como en los que deja intuir la otra cara de éste sargento de hierro de la música. 






"No hay dos palabras más peligrosas que Buen Trabajo"


A Whiplash se le pueden buscar fallos y por supuesto se le pueden encontrar, podemos pensar a posteriori que la historia de superación personal, de entrenador/profesor que lleva a sus pupilos hasta el máximo ya está mil veces contadas, y tal vez tengamos razón, pero una cosa es segura, eso es algo que tal vez podáis cavilar tras ver la película, porque durante ésta vuestra mente va a ser incapaz de pararse un momento en un pensamiento así, planificada como si fuera un solo de batería el film desde el principio coje ritmo y solo tiene breves momentos de aparente descanso, en los que el baterista levanta sus manos para tocar sus platillos, para dar un leve cambio al ritmo y volver a meternos de nuevo en situación, acelerando su tempo más y más, hasta llegar a ese impresionante climax final, en el que las tornas giran y en ésta ocasión la fiereza física de Teller se contrapone a la sutilidad de Simmons en sus gestos, llevándonos hacia un estado adrenalítico en el que cuando parece que no se puede llegar más lejos ni subir más alto, la tensión aumenta más y más hasta explotar en un final difícil de olvidar.

Podríamos seguir hablando de la extraordinaria labor de un casi debutante Chazelle en la dirección (es apenas su segunda película), de la cantidad de durísimas escenas a nivel psicológico que posee el film (mención especial a la del protagonista en la cafetería con su novia y a la cena junto a su familia), de la sabia elección del puesto de batería de jazz a la hora de contar esta historia debido a su exigencia física, de la demostración de como aprovechar un presupuesto reducidísimo sin que el aspecto final de la película se resienta, de su dicotomía a la hora de mostrar un profundo amor hacia la música a la vez que baja a los infiernos a todos esos músicos obsesionados con su arte sobre todas las cosas, podríamos hablar de muchas más cosas porque esta es una película que da para ello, pero creo mucho mejor que la disfrutéis por vosotros mismos porque sin duda es una de las imprescindibles de éste año.



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2 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo. Aún me escuecen los ojos de no poder cerrarlos durante sus casi dos horas de duración. Una maravilla.

    www.cenitalynadir.es

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    1. Para mi ha sido una gran sorpresa, el auténtico sleeper de la temporada de premios, una suerte que haya sido capaz de llegar a nuestras pantallas gracias a su reconcimiento, si no dudo que la hubieramos podido ver en pantalla grande.

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