lunes, 25 de enero de 2016

Midiendo el mundo

Midiendo el mundo. Título oríginal: Die Vermessung der Welt

Director: Detlev Buck

Actores: Albrecht Schuch, Florian David Fitz, Vicky Krieps, Jérémy Kapone

Guión: Detlev Buck. Basado en la novela de Daniel Kehlmann

Productores: Claus Boje, Detlev Buck, Peter Winrthensohn

Montaje: Dirk Grau

Fotografía: Slawomir Idziak

Música: Enis Rotthoff

Producción: Boje Buck Produktion, Lotus Film, A Company FilmProduktionsgesellschaft


En una época en la que parece que el cine europeo parece recuperar su sitio, a nivel de calidad y sobre todo de éxitos de taquilla, el cine alemán parece haberse quedado un poco atrás, es cierto que ha cosechado títulos individuales de valía como Corre Lola Corre, La vida de los otros o El Hundimiento, pero hasta el momento no parece que sean capaces de formar una industria que exporte sus films al nivel del cine italiano, francés o por supuesto el cine británico. Con más de tres años de retraso nos llega Midiendo el Mundo, un nuevo intento del cine alemán de hacer su cine más visible a nivel europeo.

Basada en la novel de Daniel Kehlmann, auténtico best seller en Alemania, Midiendo el Mundo cuenta la historia de Carl Friedrich Gauss, matemático y Alexander von Humboldt, geógrafo y naturalista, dos científicos que entre finales del siglo XVIII y principios del XIX intentan descifrar y medir el mundo. 
Así la competencia en la distancia entre Gauss y Alexander será el motor de la película que se desdobla junto a la personalidad de sus protagonistas en un drama sobre los costes que conlleva la búsqueda del conocimiento teórico y una película de aventuras sobre el conocimiento práctico.

Ésta doble vertiente sin embargo acaba siendo demasiado desigual, ya que sin llegar nunca a funcionar del todo ninguna de las dos partes, la historia de Alexander es evidentemente más atractiva por su carácter aventurero y desenfadado mientras que la obsesión por el conocimiento de Gauss acaba siendo un lastre para el devenir del film.


Y es que en el fondo Midiendo el Mundo acaba pecando de los mismos defectos que sus protagonistas, esos científicos que tratan de medir la tierra a nivel teórico pero no la entienden a nivel humano, el film adolece de garra y pasión de una forma alarmante, siendo siempre excesivamente frío y contemplativo, dejando la sensación en el aire de querer explicar muchas cosas en demasiado poco tiempo, pareciendo más un resumen que una historia en sí misma (y lo digo sin haber leído el libro), los saltos temporales están mal explicados, los personajes mueren, viajan, sufren, viven momentos históricos importantes y sin embargo nunca llegamos a engancharnos ni emocionarnos con ninguna de las aventuras y desventuras de nuestros protagonistas.

Mientras que a nivel técnico y artístico la película cumple más que sobradamente con una preciosa fotografía que aprovecha espléndidamente los parajes naturales de las aventuras de Alexander y unos modestos pero efectivos decorados de interiores en la historia de Gauss, ni la plana dirección de Detlev Buck que solo se atreve a destacar en una bella transición animada, ni las desiguales interpretaciones de sus protagonistas, demasiado teatral uno y pareciera que sacado de una sitcom televisiva el otro, permiten que Midiendo el Mundo levante la cabeza en ningún momento más allá de ser una película curiosa con un tema interesante.


Precisamente esa impresión de que había una historia apasionante que contar es la que peor sensación deja en el espectador, ya que probablemente las aventuras de éstos dos estudiosos que corre paralela a la historia de Alemania e incluso el mundo se podría haber desarrollado mejor con mucho más tiempo en pantalla, quizás con un formato de mini serie, sin embargo la falta de alma y emoción que transmite Midiendo el Mundo casi desde el principio la convierte en una película que pasará al olvido rápidamente.

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