martes, 11 de octubre de 2016

Sitges 2016: Día 4

Tras un tercer día algo más tranquilo y en el que por fin pude descansar un poco más había ganas de recuperar el tiempo perdido, así que tocaba pegarse un nuevo maratón con seis películas que empezaba poco después de las ocho de la mañana y acabaría más allá de las doce de la noche. Después de seis horas de sueño las cosas se veían de otra manera, así que empezaba con ganas a pesar de que la lluvia que nos ha acompañado toda la jornada intentara chafarme el día.
La elegida para madrugar hoy era Carnage Park, uno de esos ejemplos de película que si no fuera por estos festivales tendría muy dificil difusión más allá de su país, y que en mi opinión merece mucho la pena descubrir.
Con un cruce de estilos en el que comenzamos recordando al primer Tarantino y acabamos pensando en Rob Zombie y sus renegados, Mickey Keating (nombre a seguir desde ya mismo) se marca una película que exagera su gusto por el thriller y terror setentero, buscando provocar al espectador desde un principio con sus personajes desagradables y sus histriónicas actuaciones, subiendo más aún el listón con ese sonido saturado y esa fotografía sucia. El film se convierte en un survivor tan lleno de realidad que al acabar el film nos recuerda algo que en el fondo no nos extraña ni lo más mínimo, que está basado en un hecho real. Mención especial para ese psycho killer Redneck que tan pronto podría estar votando a Donald Trump como realizando todas las barbaridades que se intuyen en el film.
Por su carácter tan extremo probablemente eche a muchos para atrás, en mi opinión es una joya de culto minoritaria que merece un visionado por parte de aquellos que gustan de lo excesivo.


Seguía la mañana en Retiro bajo la lluvia, con La autopsia de Jane Doe, una de las películas que más comentarios positivos estaba levantando este año y que ya se ha convertido en una de esas que necesitas ver para no sentirte fuera del festival.
Tras conquistar a crítica y público con Trollhunter (una de las que tengo pendientes desde hace un par de años) André Ovredal salta a Hollywood con The Autopsy of Jane Doe, una de esas películas de las que es mejor no conocer demasiado antes de verla. En ese sentido su trailer muestra lo que hace falta, un padre y un hijo en una morgue tienen que realizar una autopsia y descubrir las causas de la muerte de una mujer de la que no tienen ningún dato. A partir de aquí mejor descubrir el resto por uno mismo, porque el método narrativo del film es hacer avanzar la trama de un descubrimiento a otro, en ese sentido el primer visionado del film es un viaje tremendamente divertido e impactante gracias al acertado guión de Ian B. Goldberg y Richard Naing que sabe esconder cada pista para que el espectador nunca se encuentre por delante de la acción. Su acertado casting con el siempre solvente Brian Cox y Emile Hirsch, uno de los ex pretendientes a ser el joven Han Solo, también juega a favor de una película que solo me deja ciertas dudas en qué tal aguantará un segundo visionado una vez conocidos todos sus trucos, pero como alguien que sabe bastante más de cine que yo me ha dicho, no pasa nada, hay películas estupendas que con verlas una vez es suficiente. Pues eso.


Y llegaba uno de los momentos que tenía marcado en rojo en mi calendario de Sitges 2016, y es que lo voy a confesar, soy muy fan de El Proyecto de la Bruja de Blair, entiendo a los que dicen que les marea o los que se cagan en que pusiera de moda el horrendo Found Footage (en esta y en cuatro más ha funcionado, basta ya). Si a esto unimos que esta secuela que nadie esperaba está dirigida por Adam Wingard, uno de los directores que más fuerte está pegando en los últimos tiempos (You're the Next o The Guest) el hype era alto, muy alto, y por eso la decepción ha sido aún mayor.

Wingard se une de nuevo a su guionista habitual Simon Barrett para realizar con Blair Witch básicamente una copia del primer film con algún añadido original. Copiando la idea y la estructura del primer film esta secuela no aporta nada al margen de la utilidad de la tecnología para justificar el Found Footage (algo ya visto en Chronicle) y establecer alguna regla curiosa sobre el universo Blair Witch, pero más allá de esto queda la nada, un prólogo alargado y aburrido y gente corriendo, moviendo la cámara y gritando por el bosque.

Podéis pensar que eso es lo que pasaba en la primera parte, pero por alguna razón, ya sea porque era algo novedoso, teníamos menos bagaje cinematográfico en este estilo o directamente porque era otra época en la que eramos más inocentes e incluso nos creíamos su campaña viral, en aquella ocasión funcionaba, pero a día de hoy, no, apenas dos o tres escenas rescatables y el resto muy flojo. Si se hubieran atrevido a hacer algo diferente y se la hubieran pegado tendría más valor que este ejercicio de cobardía y de aburrimiento. De su utilización del volumen para conseguir asustar al personal mejor ni hablamos porque me ha parecido digno de la peor escuela del terror más facilón y comercial.



Creepy era la ración asiática del día, una historia que mezcla el thriller policíaco y un punto de drama familiar. Con su ritmo lento y pausado he de reconocer que esta cinta ha conseguido que el sueño me derrotara. Supongo que todos esos momentos que me parecen absurdos y las reacciónes incoherentes de los personajes se deben a algo que me he perdido en alguna cabezada, aunque las risas en momentos supuestamente tensos me hacen sospechar, a pesar de ello ha habido aplausos al finalizar y leo buenas críticas por internet, hay un giro que no acabo de entender, cómo cierto personaje realiza ciertos actos y cómo reaccionan otros, me da la impresión de que la película te pide un salto de fé para comprenderlo, pero de nuevo esas inoportunas cabezadas me hacen dudar, ¿seré yo o será la película?, no os puedo ayudar más lo siento, pero por lo que he podido ver no la recomendaría demasiado la verdad.



Desierto es la segunda película de Jonás Cuarón, el vástago del gran Alfonso, con quien compartió la autoría del libreto de Gravity.
La película se puede ver desde dos puntos de vista, si lo hacemos pensando en que lleva el apellido Cuarón detrás podemos llevarnos cierta decepción, en primer lugar porque si algo falla estrepitosamente en Desierto es su guión, simple, plano y sin ningún tipo de matiz, al igual que sus personajes, muy mal construidos. A la ya consabida historia de thriller fronterizo del drama de los inmigrantes ilegales le falta mucha chicha para ser un largo, dejando una vez más esa sensación de corto alargado.
Pero también podemos ver Desierto como el segundo trabajo de un director que está empezando y ahí es cierto que como ejercicio de estilo Cuarón demuestra cierta pericia en el manejo de la cámara, lo que consigue que un film con tan poca base argumental no se haga larga ni aburrida, y ese no es poco mérito precisamente.
Las decisiones ilógicas y contradictorias de sus personajes o los métodos de avanzar la acción basados en lo que le conviene a la película en cada momento hace que te salgas de la historia con demasiada facilidad y que puedas engancharte con lo que quiere contarte.
No se puede decir que sea un bodrio porque no lo es, pero es flojita, flojita.


El maratoniano día acababa con Arès, película francesa de la que casi ni IMDB tiene conocimiento de su existencia, ¿qué por qué la cogí entonces?, pues porque leí combates ultraviolentos en su sinopsis y me venía bien de hora su pase. Si, así de peregrinos son a veces los motivos que te llevan a moverte de un lado a otro en Sitges.

Pero antes turno para dos cortos, el primer Lunatique, cortometraje brasileño de ciencia ficción con claras influencias del mundo del videojuego que aprovecha una historia simple a nivel argumental para demostrar un enorme poderío visual y técnico.

Después podíamos ver Zona 84, la otra cara de la moneda y es que si juntamos un guión tan lleno de clichés que parece sacado de la libreta de apuntes de instituto de un adolescente con esa estética de After Effects cutrones y armas de Paintball pues nos queda un cortometraje sobre el que no vale la pena decir mucho más para no hacer sangre.








Ares cerraba la noche dando exactamente lo que promete, scifi europea de bajo presupuesto, con un argumento no demasiado trabajado, el del futuro distópico en que las farmaceúticas controlan el mundo unido a los combates ultraviolentos utilizados para entretener a las masas. Sin ser nada del otro mundo, la película se deja ver, no nos engañemos, es una de esas películas de hostias que los videoclubs tenían como fondo de repertorio, pero oye, a veces también apetece algo así.


Crónicas anteriores:

- Día 1
- Día 2
- Día 3

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