viernes, 16 de diciembre de 2016

Rogue One: A Star Wars Story

Rogue One: A Star Wars Story

Director: Gareth Edwards

Actores: Felicity Jones, Diego Luna, Donnie Yen, Wen Jiang, Ben Mendelsohn, Riz Ahmed, Mads Mikkelsen, Forest Whitaker, Alan Tudyk

Guión: Chris Weitz, Tony Gilroy, John Knoll, Gary Whitta

Productores: Simon Emanuel, Kathleen Kennedy, Allison Shearmur

Montaje: John Gilroy, Colin Goudie, Jabez Olssen

Fotografía: Greig Fraser

Música: Michael Giacchino

Producción: Lucasfilm, Walt Disney Studios Motion Pictures, Black Hangar Studios, Allison Shearmur Productions


Cuando Disney anunció su intención de expandir el universo de Star Wars saliendo de la historia de los Skywalker y explorando lo que nos podía ofrecer esa galaxia tan lejana la idea fue recibida con mayoritaria alegría, más aún cuando se anunció que el tema del film iba a ser el ya mítico robo de planos de la Estrella de la Muerte. 
Las primeras reticencias surgieron cuando se anunció el fichaje de Gareth Edwards como director, amado y odiado a partes iguales por su nueva versión de Godzilla, si a esto sumamos la noticia de un re rodaje de varias semanas (algo que por otra parte es habitual y más últimamente) por parte de Tony Gilroy (cambiar el director ya no es tan corriente) por el descontento de Disney con el material entregado por Edwards la expectación y las dudas sobre el film han aumentado a partes iguales.

Si algo se puede decir con rotundidad sobre Rogue One es que da lo que promete, es decir, es una historia de Star Wars, pero sin ser el Star Wars de siempre, estamos en el mismo universo, pero el tono es completamente diferente, olvidaos de los jedis (aunque ...), dejad a un lado a los Skywalkers (pero ...), el film busca ser el retrato de las escaramuzas de las pequeñas guerrillas sin importancia global aparente hasta que una de ellas choca de manera frontal y decisiva con la gran guerra que se está librando en otros lugares.
En ese sentido poco que reprochar a Rogue One, su estética sucia y su carácter pesimista a la vez que luchador refleja perfectamente esos escenarios que hasta ahora no conocíamos y que sufrían el yugo de la dictadura del imperio, este viaje por parajes desconocidos hasta ahora nos dejan imágenes que serán icónicas como el plano cenital sobre Jeddha, otras un poco más forzadas como esa sombra de Vader sobre Krennic o algunas de dudoso acierto como esa base situada en un spa tailandés, pero todos interesantes al fin y al cabo gracias a la labor de Greig Fraser.

También es reivindicable la partitura de Giacchino que sabe buscar referencias en las melodías de la trilogía original sin dejar de dotar a la música de la personalidad propia de una historia de un tono tan diferente.



El principal problema que le veo a Rogue One es que sus personajes no me importan absolutamente nada, y ese es un fallo muy gordo, si en El Despertar de la Fuerza mencionaba el acierto en la elección de sus protagonistas como punto principal para defender el film, aquí ocurre justo lo contrario, es alarmante la falta de carisma de todo aquel que asoma por la pantalla, desde una pareja principal compuesta por Felicity Jones y Diego Luna con una química completamente nula, hasta el conjunto de secundarios prácticamente desaprovechados en su totalidad (tal vez Donnie Yen se salve un poco), llegando al paroxismo en el personaje de Forest Whitaker, el cual podría desaparecer de la historia sin ningún problema. Quejas similares podríamos tener con un villano tan anodino y falto de presencia como el de Mendelsohn o un Mikkelsen absolutamente intrascendente, finalmente tiene que hacer acto de presencia nuestro amigo Vader para recordarnos como tienen que ser las cosas.

Y esta gran tara que va a arrastrar el film durante prácticamente todo su metraje, proviene de un desarrollo de personajes totalmente desastroso, al margen de la facilona historia de orígenes de Jyn, la película intenta dedicar su primer tercio a presentarnos a los protagonistas sin conseguirlo, la personalidad turbia de Diego Luna nunca queda bien definida, los personajes de Donnie Yen y Wen Jiang prácticamente nos son arrojados a la cara, que el personaje al que más cariño se le coge sea un robot ya lo dice todo en este sentido.



Es curioso que una película mejore a medida que se va olvidando de sus personajes, pero es lo que pasa en Rogue One, y es que cuando se centra en su misión principal, la de robar los planos de la estrella de la muerte, olvidándose de los traumas y motivaciones de sus protagonistas el film crece de manera absolutamente exponencial, convirtiéndose en un auténtico espectáculo a nivel de acción y entretenimiento, atreviéndose a mezclar la aventura de la búsqueda de los planos por parte de Jyn y Cassian, con un poco disimulado toque bélico con todo lo que ocurre en la playa y unas batallas espaciales que nos recuerdan a los mejores momentos del Episodio IV, en un tercio final absolutamente deslumbrante que nos hace querer olvidar todo lo visto anteriormente.

Qué responsabilidad hay en el re rodaje de Tony Gilroy y su intervención en el guión en ese último tercio que hace elevarse al film es algo que de momento no podemos saber pese a que los rumores dicen que es precisamente donde metió mano, pero ya se sabe que lo que hoy es blanco mañana es negro y lo que hoy arregló Gilroy, mañana lo estropeó.



Al final Rogue One no puede evitar caer en ese subgrupo de películas que yo califico como un polvete rápido de coche, el final es satisfactorio, pero es evidente que con un contexto más apropiado y unos preliminares más trabajados la cosa podría haber sido muchísimo mejor.

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