lunes, 25 de septiembre de 2017

San Sebastián Film Festival 2017: Día 3

Se acabaron las tonterías y tras dos días de calentamiento, hay que ponerse serios, así que día de festival de verdad, de seis películas, de ver películones y bodrios, de correr de una sesión a otra, de volver sin cenar y con ganas de pillar la cama pero sin poder evitar pararse a comentar lo visto, hoy ha habido de todo, allá va.

Voy a tener que empezar a pensar que la primera sesión en el Victoria Eugenia es la más multitudinaria, porque ni llegando cuarto de hora antes hay quien pille un sitio más allá de la segunda planta, hoy el motivo era C'est la vie, la nueva película de los directores de la exitosa Intocable y la no tanto Mambo. En esta ocasión los directores franceses utilizan la celebración de una boda para crear una comedia coral de enredos, con grandes aciertos, principalmente el de no ir más allá de su principal misión, entretener, algo que consigue gracias a un ritmo endiablado donde no paran de suceder cosas y un gag se sucede a otro. Algunos la han acusado de ser demasiado sencilla, donde ellos ven el problema yo veo una virtud que no solo no me molesta si no que hay que reivindicar. C'est la vie lo tiene todo para arrasar en taquilla y si lo hace será bien merecido.


Y después ha llegado la bomba, el sorpresón. De Tres anuncios en las afueras de Ebbing, Misuri, además de su nombre extra largo y poco comercial apenas sabía que había gustado mucho en Toronto y Venecia con premios de público y guión, y que en todas partes se hablaba de la actuación de Frances McDormand, así que ha sido un poco ir a la aventura, y menuda aventura.
El film cuenta la historia de una madre que decide alquilar tres carteles publicitarios para denunciar que el asesinato de su hija sigue sin resolverse varios meses después de cometerse, a partir de esta premisa tan original, la película se adentra en la América más rural llena de rednecks y perdedores, con un tono deudor de los Coen por supuesto pero también con mucho Tarantino en sus brillantes y frenéticos diálogos. Martin McDonagh sorprende abandonando la vieja Europa que tan bien ha sabido retratar para cambiar totalmente de escenario pero no de un estilo brillante y ya reconocible. Si bien Frances McDormand destaca por encima de todos, porque se lo merece, es impresionante el cast en conjunto donde ni un solo interprete flojea en una labor conjunta absolutamente sobresaliente.
Con un guión sorprendente cargado de giros y mala leche, Tres anuncios es el pepinazo de este festival hasta el momento, y apunta a premio del público.


Paradita rápida para comer y de nuevo a la aventura con Ni jouge, ni soumise (So help me god) con la única referencia de su eslogan publicitario "no es cine, es peor". El documental, porque aunque sea difícil de creer todo lo que vemos en pantalla es real, o al menos así lo afirman sus creadores, sigue a una jueza de instrucción poco rudimentaria en su día a día y en sus casos más llamativos, al margen de las extrañas ocurrencias de la jueza y la sensación de cierto toque racista, el film no va más allá de sus puntos cómicos y acaba siendo una reiteración tras otra de la misma estructura, curiosa y ya.


He llegado a Una especie de familia sin muchas expectativas lo reconozco y por eso ha sido más grata aún la sorpresa, y es que cuando Barbara Lennie interviene en la ecuación el resultado siempre cambia. Con una sensibilidad exquisita Diego Lerman nos cuenta una historia de maternidad, de obsesiones y sobre todo del dolor y como superar la pérdida, sin recurrir al morbo fácil, el film escala hasta el infinito gracias al huracán Lennie que nos lleva por delante en un torbellino de sentimientos y emociones que bien podrían valerle una merecida Concha de Plata y es que hasta el momento no se ha visto por aquí una actuación de esta categoría en la sección oficial.


Pero un día de festival de verdad no puede estar completo sin comerse el bodrio de rigor y aunque su horrendo cartel ya apuntaba a ello, no sé que me ha hecho entrar a ver Operación Concha, algo de lo que me he arrepentido durante sus interminables 102 minutos de duración. Perpetrado por Antonio Cuadri, creador de la mítica Al salir de clase, la película parece viajar desde los peores años 90 hasta el día de hoy con una realización cutre y carente de recursos, propia de cualquier producto televisivo del más bajo presupuesto, un guión que no roza si no que desborda la vergüenza ajena y unas "actuaciones" absolutamente bochornosas. Aburrida e incluso insultante, sigo preguntándome que pinta esta película en un festival como éste.


Con mal sabor de boca e incluso cabreo me he dirigido hacia Kursaal, a la sala 2, la de los motivados, los que a las doce de la noche todavía seguimos con hambre de más cine en lo que era mi sexta película del día, y que gran acierto ha sido.
Custodia compartida (Jusqu'à la garde) es la ópera prima de Xavier Legrand con la que ha logrado alzarse nada más y nada menos que con el León de Oro a la mejor dirección en el festival de Venecia, algo asombroso en un primer instante para un director novel pero completamente entendible después de ver esta absoluta maravilla. Jusqu'à la garde nos sitúa en el preciso instante en que una jueza dictamina la custodia compartida del hijo pequeño de un matrimonio en plena separación, a partir de aquí de manera lenta pero sin pausa el film nos introduce en ese conflicto familiar, como meros observadores en los primeros instantes hasta llevarnos a sufrir como auténticos protagonistas en su brillante tercio final. Legrand domina el tempo de manera absolutamente asombrosa y sabe como acelerar y dónde, cuando alejarse y cuando acercarse, domina la elipsis y confía enormemente en la inteligencia del espectador. Además Custodia compartida cuenta con la brutal actuación de su trío protagonista, imponente Denis Menochet, llena de verdad Lea Drucker, y especial mención al niño del film Thomas Gioria en un papel especialmente complicado. Jusqu'à la garde te agarra de las entrañas, te arrastra y te mantiene en vilo de un modo como hacía tiempo no veía en una sala, acabar su visionado es una auténtica experiencia, una hostia en la boca del estómago de la que cuesta recuperarse para volver a respirar. Absoluta obra maestra.



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