miércoles, 14 de marzo de 2018

El insulto

El insulto. Título original: L'insulte

Director: Ziad Doueiri

Actores: Adel Karam, Kamel El Basha, Camille Salameh, Diamand Bou Abboud, Rita Hayek

Guión: Ziad Doueiri, Joelle Touma

Productores: Rachid Bouchareb, Jean Brehat, Julie Gayet, Antoun Sehnaoui, Nadia Turincev

Montaje: Dominique Marcombe

Fotografía: Tommaso Fiorilli

Música: Eric Neveux

Producción: Rouge International, Tessalit Productions, Ezequiel Films, Scope Pictures, Douri Films


Más de dos años después de verme sorprendido por la maravillosa Ghadi, El insulto llega para confirmar la pujanza del cine libanés, cuyo director ya había dado muestras de su talento con las extraordinarias West Beirut o El atentado.

En esta ocasión además El insulto sirve para reconciliar a dos tipos de espectadores, el más mainstream (dicho sin ningún carácter peyorativo) y el amante del cine de autor. Ya que el film realiza un viaje tanto a nivel formal como de contenido que puede contentar a los dos.

El insulto comienza cuando Toni, un cristiano libanés moja mientras riega sus plantas a Yasser, un palestino que trabaja de modo clandestino en una obra bajo su casa. Entre los dos comienza una discusión que acaba con un insulto.

El film aprovecha estos primeros instantes y a sus dos protagonistas para introducirnos en la sociedad y las costumbres libanesas, explorando las diferencias y las dificultades de una convivencia tan frágil entre personas de distintas razas y religiones que es capaz de romperse por un hecho tan trivial como una discusión callejera. 
Aunque a priori pareczcan tramas secundarias, la radiografía de la sociedad libanesa no se queda ahí y aborda temas como el machismo imperante en su cultura.


Sin embargo la película nos guarda muchas sorpresas y es que del drama social y religioso vira hacia el thriller político y judicial cuando esa pequeña discusión vecinal comienza a adquirir carácter de asunto de estado.

Ziad Doueiri consigue que su dirección y la película vayan cambiando de tono al mismo tiempo. Con una cámara más cercana, pausada y detallista en su inicio, propia de un cine más social y de pequeñas historias, la propia trama del film parece obligar al director a cambiar su estilo según se van desarrollando los hechos y es que del costumbrismo pasamos a la acción y los giros de guión inesperados y Doueiri responde con una dirección más dinámica y trepidante, consiguiendo que el espectador pase del interés cultural y sociológico inicial a acabar pegado en la butaca por la tensión en ciertos momentos.

El insulto se apoya en tres pilares principales, en primer lugar la ya comentada y sorprendente versatilidad en el tono de su dirección, pero esto se consigue sobre todo gracias a un guión atrevido y mordaz, que es capaz de reservarse sorpresas y giros inesperados a la vez que dispara contra todo y todos, removiendo asuntos políticos y religiosos tabú en el Líbano y recordando al espectador que no hay bando bueno ni malo, de hecho ni siquiera hay bandos, solo personas.

Todo esto es posible gracias a un tercer pilar tan importante como los anteriores, la extraordinaria actuación de su elenco. Es el dúo protagonista el más destacado, ambos llenos de rabia, contención y matices. Si bien ha sido Kamel El Basha el más reconocido a nivel de premios yo me quedo con Adel Karam, con un personaje mucho más complicado y desagradable (su escena junto a su padre en los juzgados al final del film pone los pelos de punta). Junto a ellos un grupo de secundarios que consiguen dar veracidad al film tanto a nivel social como personal y familiar y que incluso se reservan para sí algunos de los momentos más destacados como son los vibrantes duelos en los juzgados entre Camille Salameh y Diamand Bou Abboud.


El insulto supondrá una auténtica sorpresa para los no acostumbrados a visitar mercados cinematográficos menos convencionales y es que partiendo de una historia en apariencia sencilla acaba convirtiéndose en una espectáculo trepidante, consiguiéndolo además sin renunciar a abordar temas espinosos como la dificultad para cerrar heridas entre viejos enemigos obligados ahora a convivir. A veces ese cine que nos parece tan lejano puede estar más cerca y contar historias más universales de lo que pensamos.

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