viernes, 23 de marzo de 2018

Pacific Rim: Insurrección

Pacific Rim: Insurrección. Título original: Pacific Rim Uprising

Director: Steven S. DeKnight

Actores: John Boyega, Scott Eastwood, Cailee Spaeny, Burn Gorman, Charlie Day, Tian Jing, Adria Arjona, Rinko Kikuchi

Guión: Steven S. DeKnight, Emily Carmichael, Kira Snyder, T.S. Nowlin

Productores: Guillermo Del Toro, John Boyega, Cale Boyter, Jon Jashni, Femi Oguns, Mary Parent, Thomas Tull

Montaje: Dylan Highsmith, Josh Schaeffer, Zach Staenberg

Fotografía: Dan Mindel

Música: Lorne Balfe

Producción: Universal Pictures, Legendary Entertainment, Perfect World Pictures, Twisted Media, Double Dare You (DDY)


Pacific Rim fue una película en la que un director ya de por si tan apasionado como Guillermo Del Toro volcó todo el amor que acumuló durante su infancia por Jaegers y Kaijus, intentando adaptarlo a una nueva generación y eso hace que sus fallos (que los tiene) sean perdonables y sus virtudes aumenten más y más con cada revisión.

Cinco años después debido a los discretos resultados de taquilla y tras varias dificultades, con cambio de director incluido, su secuela sale adelante gracias al éxito obtenido en el mercado asiático y buscando construir una franquicia de éxito. 

Asumiendo que las comparaciones con su antecesora son inevitables Pacific Rim: Insurrección intenta suponer un reinicio de la aventura sin abandonar lo ya construido, es decir, nueva generación de héroes pero mismo universo. Esto podría ser positivo si no fuera porque el film decide olvidarse de toda la mitología del universo Pacific Rim en busca de la ligereza argumental e incluso estética.

En defensa del film, desde el comienzo el personaje de John Boyega afirma directamente que no es igual que su padre, en un claro aviso al espectador, sin embargo y pese a estar prevenido no puedo evitar lamentar que se decida pasar de algo original y personal a una aventura totalmente genérica y formulaica, más cercana al espíritu de Transformers que de Pacific Rim.


Poco que salvar en el apartado actoral, si acaso un John Boyega que demuestra dominar ese papel de canallita similar al que le puso ante los focos con la muy recomendable Attack the Block antes de su salto al estrellato con el universo Star Wars. Cailee Spaeny no encuentra espacio para evolucionar entre tanta presentación de personaje y batalla, aunque peor aún es lo de Scott Eastwood que se limita a lucir mentón y rivalizar de manera poco convincente con Boyega. Del ridículo triangulo amoroso con Adria Arjona mejor ni hablar. El resto de cadetes se limitan a pasar por ahí como figurantes porque alguien tiene que pilotar los Jaegers pero hasta Max tenía más carisma que ellos hace cinco años.

Steven S. DeKnight desaprovecha el crédito y el prestigio ganado con su labor en la primera temporada de Daredevil con un guión que desaprovecha la profundidad argumental de la primera y olvida temas como la importancia de la deriva para la creación de los personajes o la sensación de unión de la humanidad ante un peligro que podría acabar con toda la especie humana sustituyéndolos por una aventura más cercana a un capítulo piloto de serie que se dedica a presentar a los nuevos personajes a través de una aventurilla llena de lagunas argumentales y humor tontorrón (los que se quejaban de los científicos en la primera parte que se vayan preparando) que de una historia con entidad en sí misma.
No es mucho mejor su aportación en el apartado visual con unas batallas que se limitan a buscar el artificio y la chiribita y pierden toda la sensación de contundencia y epicidad de su predecesora, dónde antes teníamos una mole que arrasaba con todo mientras arrastraba un buque para golpear un monstruo gigante a punto de acabar con media humanidad ahora tenemos robots asombrosamente ligeros que no paran de hacer piruetas mientras luchan con masillas kaijus.

En la misma línea se encuentra una B.S.O tan insulsa como olvidable que solo logra remontar un poco cuando vuelve a utilizar los acordes de la ya mítica composición de Ramin Djawadi (una pena que lo haga en una escena absolutamente absurda aunque coherente dentro de ese nuevo universo).


Pacific Rim: Insurrección no es solo una secuela tardía, indigna e innecesaria (al menos de esta manera) si no que es una película que acumula todos los defectos más visibles del subgenero, aproximándose a las abominaciones de Michael Bay y olvida todas las virtudes de su antecesora alejándose de la joya incomprendida de Del Toro. No me extrañaría que funcionara mejor a nivel comercial, pero particularmente y dentro del mundo del blockbuster este tipo de películas no son las que me interesan.

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