jueves, 25 de febrero de 2016

13 horas: Los soldados secretos de Bengasi

13 horas: Los soldados secretos de Bengasi. Título original: 13 Hours: The Secrets Soldiers of Benghazi

Director: Michael Bay

Actores: John Krasinski, James Badge Dale, Pablo Schreiber, David Denman, Dominic Fumusa, Max Martini, Alexia Barlier, David Costabile, Peyman Moaadi, Matt Letscher

Guión: Chuck Hogan. Basado en el libro de Mitchell Zuckoff

Productores: Michael Bay, Erwin Stoff

Montaje: Pietro Scalia, Calvin Wimmer

Fotografía: Dion Beebe

Música: Lorne Balfe

Producción: 3 Arts Entertainment, Dune Films, Latina Pictures, Paramount Pictures


Michael Bay es un director amado y odiado casi a partes iguales, salido de la factoría Bruckheimer, en sus inicios demostró ser un competente director de acción gracias a películas como Bad Boys o La Roca. Su gusto por la pirotecnía y el artificio se vió acentuada tras su paso por films como Armaggedon o Pearl Harbour, hasta llegar al sumum de su carrera (al menos comercial), la saga Transformers, donde todos sus tics se vieron aumentados al máximo dando lugar al ya famoso juego (y nada recomendable) chupito cada vez que haya una explosión en una película de Bay. Adorado por el público pero desdeñado por la crítica el director quiso demostrar con Dolor y Dinero que también era capaz de hacer otro tipo de cine, sin salirse del todo de su zona de confort, la de la acción hipervitaminada pero mostrando las dotes para la dirección que había dejado intuir en sus primeros trabajos antes de que la saga robótica ocupase todo su tiempo.

13 horas: Los soldados de Bengasi, es un nuevo intento de Bay por mostrarse como un director capaz de hacer algo más que franquicias de películas de acción desenfrenada, para ello se sumerge por completo en el cine bélico contando la historia de un grupo de soldados de un equipo de seguridad privada que tras el ataque a una embajada norteamericana en Libia se convierten en la única fuerza de defensa para rescatar al embajador e intentar proteger a una base secreta de la CIA en Bengasi.



Ante tal premisa y conociendo el historial de Bay, es inútil quejarse sobre el tono que va a adoptar la película, evidentemente va a ser un alegato patriota y de enaltecimiento de la labor de los soldados norteamericanos, ésto es algo que ya se da por sentado y que incluso se puede aceptar, a la espera de que el film ofrezca un buen espectáculo e incluso con la esperanza de saber si el potencial de la historia se ha sabido plasmar en pantalla para ahondar en las razones que dieron lugar al ataque a la embajada.

Para ello Bay nos introduce en el equipo de seguridad privada, con una, todo hay que decirlo, excelente escena de presentación en la que la tensión de la ciudad se puede palpar y sin apenas necesidad de explicaciones comprendemos la falta de apoyos del equipo y los miembros de la CIA en Bengasi.

Y probablemente ese sea el aspecto más conseguido del film, la sensación de inseguridad continua que transmite la situación de los protagonistas. Sin embargo éstos se nos presentan de manera demasiado esquemática, desde los soldados en una guerra en la que realmente no desean estar, con los típicos momentos familiares para intentar que nos encariñemos con los personajes, hasta los miembros de la CIA que desprecian a los soldados en un primer momento para acabar admirándolos y debiéndoles la vida, algo ya visto mil veces y que cansa por lo estereotipado. Por supuesto sobre el pueblo libio no se da ninguna explicación, tratándoles como simples terroristas sin intentar profundizar en las razones que les pueden llevar a realizar esas acciones, dando lugar a una de las películas más maniqueas de los últimos tiempos.



Sin embargo los mayores errores del film están en la labor de Bay en la dirección y de Scalia y Wimmer en el montaje. El director adopta un tono demasiado alejado de la acción, con múltiples planos aéreos y generales que si bien dan al film un aspecto realista y casi documental (roto por su tendencia habitual al slow motion) nos sacan de la acción y nos impiden implicarnos con unos protagonistas que ya de por sí nos ofrecen poco donde agarrarnos emocionalmente (y tampoco culpo a los actores, es que sus papeles no tienen más que dar). La tensión inicial no está bien aprovechada y pasa a convertirse en aburrimiento ante un metraje desmedido que se podría haber ajustado bastante más. 
Pero probablemente el principal defecto es la mala planificación de sus escenas de acción, con personajes que desaparecen de un lugar y aparecen en otro sin explicación alguna (como el rescate de la embajada) y momentos en los que no se sabe dónde está cada uno y qué está sucediendo, algo imperdonable para una película como ésta cuando tenía que ser su punto fuerte.

La sensación final es que Bay se ha querido sacar un Black Hawk Down de la manga y lamentablemente se ha quedado muy lejos de lograrlo, tampoco ha conseguido un espectáculo bélico apreciable, con una historia que se hace demasiado larga y aburrida y batallas que lejos de emocionar y entretener acaban produciendo auténtico sopor.

Sus detractores por supuesto le seguirán criticando, la pregunta es si convencerá a sus admiradores con éste film, explosiones hay para rato eso si (cuidado con los chupitos) y algún que otro momento gore que parece más colocada para poder decir que tiene una calificación R que con el tono del film, pero más allá de eso, poco tiene que ofrecer 13 horas al espectador.

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