domingo, 18 de septiembre de 2016

San Sebastián Film Festival 2016: Día 2

Si hay una película sobre la que había una enorme expectación en este Festival de San Sebastián sin duda alguna era El hombre de las mil caras, la nueva obra de Alberto Rodríguez que tras el enorme éxito de crítica, público y premios de La Isla Mínima, se ha convertido en un director reconocible y a seguir en nuestro cine, eso unido a la habitual promoción de los estudios de televisión para sus producciones ha convertido el film sobre Francisco Paesa en uno de los eventos cinematográficos españoles de éste año.

El hombre de las mil caras supone un pequeño cambio de tercio en la carrera de Rodríguez, hasta ahora más centrado en el policíaco y que se adentra esta vez en el cine de espionaje para contarnos la historia de Francisco Paesa, traficante de armas, diplomático, estafador y espía. La película se centra en la época en que Paesa tras sentirse abandonado y traicionado por el estado se encuentra ante la posibilidad de ayudar a Luis Roldán y su mujer a huir del país con el dinero que éste ha robado a las arcas públicas. En primer lugar el film nos presenta los personajes de forma dinámica, con un buen ritmo ayudado por la magnífica banda sonora de Julio de la Rosa que acompaña con tino a la acción a pesar de resultar algo machacona en alguna ocasión por repetición de su melodía principal.
Una vez formado el triángulo que conforman Eduard Fernández (algo hierático y poco expresivo), José Coronado (de nuevo en uno de esos papeles de granuja vividor que tan bien le sientan) y Carlos Santos (auténtica revelación del film como Luis Roldán) la película se atasca un poco en su indecisión del género a tratar, desde el espionaje, al drama en la figura de la situación personal de Roldán hasta el retrato político de una España que comienza a conocer la corrupción política, lo que provoca que la parte central se haga algo larga e incluso monótona, Paesa pierde protagonismo en favor de Roldán y parece que la historia que realmente se está contando es la del ex jefe de la Guardia Civil lo que lastra un tanto el conjunto final, ya que una vez llegamos al final, con la revelación de los trucos y conspiraciones el film no ha encontrado su tono por lo que estos giros son demasiado ligeros y no impactan al espectador, quedando la sensación de que ni se ha logrado adoptar un estilo de cine de espionaje serio como El Topo ni ha conseguido marcarse un Guy Ritchie a la española como muchos críticos adelantaban.

Probablemente El hombre de las mil caras arrase en taquilla, técnicamente es de diez y en ese sentido así lo merecería pero también es cierto que deja un regusto a película que no ha sabido encontrar su tono y que tenía un mundo de posibilidades por delante que no ha sabido aprovechar bien del todo.


Tras la mala experiencia del día anterior con La Doctora de Brest tocaba reconciliarse con el cine francés con Orphan ... o no, porque la película de Arnaud des Pallières ha resultado el auténtico bodrio del festival hasta el momento, el film cuenta cuatro momentos en la vida de cuatro mujeres atravesando los periodos fundamentales de la vida: niñez, adolescencia, juventud y periodo adulto. Estos cuatro personajes pese a no ser el mismo conforman una historia única, ya que la experiencia de cada una va explicando las reacciones de las demás, conformando una especie de juego de muñecas rusas en la que cada historia está dentro de las demás pero es a la vez independiente en sí misma, éste juego formal podría tener su gracia si no fuera por lo desacertado de su método narrativo que parece buscar más la pornografía dramática y el morbo fácil que conformar el retrato que en un principio proponía, dando lugar a una estructura deslavazada, aburrida en más de una ocasión y sobre todo sosa, muy sosa, nada destaca en la mediocridad que rodea la película, si acaso la presencia de Adéle Exarchopoulos que posee sin duda el mejor fragmento del film y la mejor actuación.


Llegaba el turno de una de las películas que tenía marcada en tinta roja y subrayada varias veces en mi agenda, Midnight Special y es que tras Take Shelter y especialmente Mud, Jeff Nichols es un director al que le sigo la pista muy de cerca. En su primer acercamiento a la ciencia ficción Nichols ha recibido críticas más tibias que en las ocasiones anteriores, pero he de decir que a mi la película me parece una auténtica maravilla.

Midnight Special comienza como una obra muy pequeñita, con apenas tres personajes, huyendo, siempre escondidos y en lugares cerrados, casi de manera claustrofóbica, pero la acción poco a poco se va abriendo mientras descubrimos los secretos de Alton y el conjunto va girando hacia la scifi más clásica pero sin olvidar todas las reflexiones que va dejando el film: los fanatismos religiosos, el gobierno manipulador en busca de poder, todo ello va quedando atrás en una constante huida hacia delante hasta quedarnos con el verdadero núcleo del film, donde se vuelca directamente hacia el fantástico.
Podríamos buscar muchas referencias en esta historia, desde Powder a Encuentros en la Tercera Fase y muchísimas más, pero la película de Nichols posee una identidad propia, especialmente gracias a esos 20 últimos minutos absolutamente maravillosos que te dejan con los ojos como platos y la boca abierta, por no hablar de ese último plano al que darás muchas vueltas en tu cabeza.

La recepción final del film en Tabakalera me ha parecido bastante fría, con pocos aplausos, bastante silencio y muchos "no era lo que me esperaba", a mi precisamente por eso, por no ser lo que esperaba, por sorprenderme, me parece una auténtica joya que probablemente no será apreciada por todos pero que unos cuantos afortunadas disfrutaremos.



Para acabar vuelta al Teatro Principal o el cine sauna como voy a empezar a llamarle, porque es muy bonito, se ve muy bien, pero hace un calor absolutamente indecente, en fin, amenazas de quitarme los pantalones en el cine aparte, allí hemos podido ver Florence Foster Jenkins, el último film de Stephen Frears, director que particularmente nunca me ha decepcionado, no todos sus films son un Alta Fidelidad, por poner la que me parece su obra más destacada, pero siempre me hace pasar un buen rato.
Algo similar se podría decir de Florence Foster Jenkins, biopic de la excéntrica cantante millonaria que da nombre al film y que pasó a la historia por ser probablemente la peor soprano de la historia de la música.
A veces se tiende a despreciar a las comedias, considerándolas un género menor, sin embargo en éste caso nos encontramos con una comedia amable con toques de enredo y desenfreno, que funciona como un tiro en sus gags y en su búsqueda de la complicidad del espectador y sobre todo que cuenta con tres grandes interpretaciones que elevan muchísimo la calidad del film, comenzando por la gran sorpresa de la película, Simon Helberg, el conocido Wolowitz de la televisiva The Big Bang Theory, auténtico robaplanos del film que tira de humor gestual y da un plus a cada escena en la que aparece, a su lado Hugh Grant demostrando que nadie hace de aristócrata inglés buenazo como él y por encima de todos ellos la gran Meryl Streep, más que posible candidata de nuevo al Oscar con su interpretación de Florence, graciosísima en sus actuaciones musicales a la vez que tierna cuando tiene que dar humanidad al personaje. Si a ésto le unimos una dirección tan clásica como acertada nos encontramos ante una película que sorprenderá a más de uno por el buen rato que hace pasar.

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