jueves, 28 de septiembre de 2017

San Sebastián Film Festival 2017: Día 6

Enfilando la recta final del festival y tras el pequeño desastre de ayer hoy tocaba un día cortito pero de emociones intensas, con una de esas apuestas festivaleras de una película serbia y rumana que puede salir tan bien como mal, directores extremos como Haneke y Aronofsky y la proyección de una de las películas españolas más esperadas del año.

Comenzaba la mañana con Soldados. Una historia desde Ferentari (Soldatii. Povesti din Ferentari) coproducción serbo rumana en la que un joven antropólogo recién abandonado por su novia se muda a Ferentari, el barrio más pobre de Rumania para continuar su estudio sobre el manele (la música pop de la comunidad romani). El film comienza siendo un retrato medianamente interesante sobre la vida de los gitanos rumanos en el barrio de Ferentari, sin embargo rápidamente deriva en una improbable historia de amor homosexual que acaba dejando el retrato social a un lado y tampoco explora la hipocresía de la comunidad romani sobre la homosexualidad, quedando en una especie de Callejeros Ferentari en búsqueda del morbo y la decadencia. Sinceramente no tengo muy claro que quiere contar la directora con esta película y en vista de las deserciones del Kursaal creo que no soy el único. Absolutamente prescindible.


No me gusta especialmente Aronofsky, de hecho creo que Pi es mi película preferida de su filmografía y no comparto esa pasión por Cisne Negro y mucho menos por Requiem por un sueño, las críticas la están demoliendo, y no se por qué tenía muchas ganas de ver Madre, no me preguntéis por qué, supongo que sería un morbo insano ante el vapuleo de la crítica, así que todo lo que pasara iba a ser culpa mía.

Y he de decir que ni el camión limpiando la basura del alcantarillado que parecía una señal mesiánica (guiño guiño) ha sido premonitorio, porque ni pertenezco a los que han salido flipando con el obra maestra en los labios ni a los indignados que se sienten estafados, simplemente lo que se es que Aronofsky ya no me la vuelve a pegar. Quizás sea demasiado tonto para entender Mother pero también tengo claro que el film no es tan inteligente como se cree, porque plagar cada plano de orfebrería visual, simbolismos y mil metáforas no convierte una película en compleja, solo la recarga, la pregunta es si más allá del onanismo visual del amigo Darren hay una historia bien contada, los diferentes puntos de vista no ayudan a pensar en ello, reconozco que me pierdo un poco entre esa reinterpretación biblica y la alegoría sobre la creación artística y la inspiración pero en el fondo creo que da igual, tanto a mi como a Aronofsky, mientras yo quiero que me cuenten una historia él busca un plano imposible, una virguería técnica, una metáfora rebuscada, muy bien Darren quédate con los que te disfrutan, yo me bajo de éste barco.


A la carrera he llegado a los cines Principe y es que he hecho encaje de bolillos para ver la película rumana por la mañana (gran error) y poder cuadrar a Haneke por la tarde, a pesar de que las primeras impresiones sobre Happy End no estaban siendo demasiado positivas. Y es que es innegable que nos encontramos con un Haneke menor, pero eso no significa un mal film, ni mucho menos, los temas recurrentes del director alemán siguen ahí, la crítica a la clase alta, el ataque a la falsa moral, pero todo con el freno de mano echado, sin la mala baba a la que nos tiene acostumbrados más allá de un tercio final en el que por fin coge ritmo la película, justo cuando se acaba, antes de eso tenemos una introducción demasiado tenue y carente de riesgo, sin duda Happy End va a ser un film que va a pasar bastante desapercibido en la filmografía de Haneke, a mi me ha resultado algo indiferente la verdad.


Y para acabar el día llegaba uno de los puntos fuertes mediaticamente hablando del festival, y es que el enorme éxito de la obra teatral en que está basada ha hecho que el estreno de La llamada haya girado muchos focos sobre ella y no sería de extrañar que se convirtiera en uno de esos éxitos de taquilla patrios que no nos esperábamos.
Tras arrasar sobre las tablas Javier Calvo y Javier Ambrossi se atreven a llevar su obra a la gran pantalla y se marcan una comedia musical divertida y entretenida, que se pasa en un suspiro y deja ganas de más. Estupendas las cuatro actrices principales, lo de Belén Cuesta y Gracia Olaya es ya de matricula, la película busca divertir y lo consigue de principio a fin, pocas veces he visto un pase de prensa tan animado como el del Teatro Principal hoy con carcajadas, aplausos y gente coreando las canciones. Huele a taquillazo y ojalá lo sea, porque una película tan fresca, abierta y divertida como esta se lo merece, todos los errores (que los tiene) se le perdonan por ese buen rollo que te deja al salir, una feel good movie de manual.


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