domingo, 10 de diciembre de 2017

El vacío

El vacío. Título original: The Void

Director: Jeremy Gillespie, Steven Kostanski

Actores: Aaron Poole, Kenneth Welsh, Daniel Fathers, Kathleen Munroe, Ellen Wong, Mik Byskov, Evan Stern

Guión: Jeremy Gillespie, Steven Kostanski

Productores: Jonathan Bronfman, Casey Walker

Montaje: Cam McLauchlin

Fotografía: Samy Inayeh

Música: Blitz / Berlin

Producción: 120 dB Films, Cave Painting Pictures, XYZ Films


Con más de un año de retraso llega a nuestras carteleras El Vacío, una película que a priori tendría difícil salir del circuito festivalero pero que ha gustado tanto a los amantes del género fantástico que ha conseguido dar el salto a la cartelera comercial.

El Vacío es una película que parece sacada de un videoclub de los años 80, tanto por temática como por estética. Con una premisa muy carpenteriana, la acción comienza cuando un policía llega a un hospital con un herido y se ven encerrados por una amenaza exterior. A partir de aquí el film abraza la serie B y se convierte en una amalgama de referencias, desde Lovecraft, al ya nombrado Carpenter o al terror más ochentero. Sectas satánicas, criaturas cósmicas y amenazas del inframundo se unen en una mezcla tan loca como efectiva.



Si analizamos friamente El Vacío sus carencias son evidentes, comenzando por la falta de talento de sus actores, lo caótico de su montaje en su tercio final y una dirección bastante mejorable en sus escenas de acción. Esto que normalmente conseguiría acabar con la experiencia del visionado del film se queda atrás gracias a la enorme demostración de amor de sus directores hacia el género que están tratando, su mimo con los efectos artesanales y el maquillaje o el acierto de su guión en conseguir llevar a la pantalla géneros tan complicados como el terror lovecraftiano o la ciencia ficción de amenazas cósmicas.

Así el film acaba convirtiéndose en uno de esos placeres culpables, en la que todo lo malo se perdona o se deja pasar y el fan del género se regocija en el disfrute de una película que parece salida del túnel del tiempo, dónde la sangre y las viscosidades nunca sobran y la imaginación es la verdadera protagonista.



El Vacío es un plato que no será del gusto del público mayoritario, pero el aficionado a la serie B ochentera más desinhibido y menos exigente puede disfrutar enormemente con una propuesta que a pesar de sus carencias le acabará conquistando por su oda hacia un modo de hacer cine tristemente olvidado en la industria actual.

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