sábado, 30 de junio de 2018

Hereditary

Hereditary

Director: Ari Aster

Actores: Toni Collete, Alex Wolff, Gabriel Byrne, Milly Shapiro, Ann Dowd

Guión: Ari Aster

Productores: Buddy Patrick, Lars Knudsen, Kevin Scott Frakes

Montaje: Lucian Johnston, Jennifer Lame

Fotografía: Pawel Pogorzelski

Música: Colin Stetson

Producción: PalmStar Media


Sin tanto ruido mediático como otros géneros, el terror está viviendo una época dorada en el último lustro, desde grandes éxitos comerciales como IT, la saga Expediente Warren, la más reciente Un lugar tranquilo, sin olvidar por supuesto la efectiva productora Blumhouse, a títulos más arriesgados y menos apegados al terror convencional que conquistan a la crítica como It Follows, La Bruja o Déjame salir que parecen llamados a ocupar un lugar en la historia del género.

Hereditary aspira a ocupar su lugar en este segundo grupo, además de cargar con el sempiterno título de la película más terrorífica del año / década / siglo (inserte aquí su periodo temporal favorito).


Dejando de lado un argumento del que habría que mantenerse lo más alejado posible antes de ver la película, Hereditary conquista por el ambiente insano y malrollero que consigue transmitirnos desde un primer momento Ari Aster con un uso de la cámara efectivo que no efectista (sobresaliente uso de la perspectiva) que logra provocar incomodidad en el espectador desde los primeros minutos. 

El film comienza tras la muerte de la abuela materna y este primer golpe es el que nos va descubriendo la disfuncionalidad de una familia, dejando claro que en ocasiones no hay nada más terrorífico que la vida real. Las mentiras, los secretos y la paranoia crecen más y más al ritmo de la interpretación de Toni Collete, auténtico motor del film en sus momentos más brillantes. La actriz nos arrastra a su lado en una espiral de dolor y locura sin un solo momento de tregua ni descanso y es que hasta los silencios duelen en esa familia.


Mientras todo esto sucede hay una sensación de malignidad en el ambiente, algo intangible pero que se puede palpar y corta el aire como cita Alex Wolff en una de las mejores escenas del film. Sin embargo y por alguna razón Ari Aster decide dar un giro inesperado para que el envoltorio se convierta en lo fundamental y lo fundamental en el envoltorio, es entonces cuando Hereditary pierde su fuerza y todo lo conseguido con su valiente planteamiento se viene abajo.

El film comienza a convertirse en un pastiche del todo el cine de terror clásico que sin duda Ari Aster adora, y es que son incontables los detalles / homenajes que nos recuerdan a títulos míticos como Al final de la escalera, Rosemary's Baby, Poltergeist o El Exorcista. Lo que subyacía comienza a explicitarse de manera totalmente burda e innecesaria, perdiendo esa temor creciente en nuestro interior en la búsqueda de escenas impactantes, donde se agradece eso si la ausencia de jump scares gratuitos. 

No es casual tampoco que este bajón se produzca cuando el film abandona a Toni Collete para centrarse en un Alex Wolff con una actuación demasiado irregular mezclando momentos más inspirados con otros que rozan el ridículo y que sobre todo queda en evidencia ante el recital que ha dado la actriz australiana durante el resto de la película.



Es curioso como una película que te va dando tantos argumentos a favor durante su metraje se puede acabar desmoronando de esa manera, tal vez sea por su clarísima tendencia a ir de más a menos, tal vez porque pocas veces se ha demostrado de una manera tan evidente que sugerir es mucho más efectivo que mostrar, pero la sensación final es de decepción e incluso cierto enfado y es que Hereditary podía haber sido algo muy grande y se queda en un rotundo "parecía que si pero no". 

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