miércoles, 26 de septiembre de 2018

San Sebastián Film Festival 2018: Día 5

Pasado el ecuador del festival tocaba coger fuerzas ante lo que viene por delante, así que hoy ha sido día dormir un poco más (ocho horas en un festival es todo un lujazo) y relajar un poco el horario. Aún así el día tenía uno de los platos fuertes de este año y no ha decepcionado ni mucho menos.

Antes de eso comenzaba la mañana en la sección Perlas con Pájaros de verano, la última película de Ciro Guerra tras la multipremiada El abrazo de la serpiente. El film no deja de ser la típica historia de auge y caida dentro del mundo del narcotráfico con batallas entre familias incluidas pasado esta vez por el tamiz de la cultura wayyu. El capitalismo se come a la tradición y esta a su vez busca venganza sin que haya un ganador claro. La historia a priori atractiva, me pierde por su austeridad narrativa y estética y su excesiva duración para lo que realmente cuenta. Aún así no deja de ser interesante el tratar un tema tan manido desde un punto de vista diferente al habitual.


A las cuatro de la tarde (mala hora, también hay que decirlo) el Kursaal se llenaba para ver Angelo, película a concurso en sección oficial, con la presencia de gran parte de su reparto en la sala. Si especifico esto es porque en estas ocasiones el público suele ser bastante condescendiente y sin embargo la lista de deserciones durante el metraje ha sido larga y los silbidos al final se han escuchado con bastante insistencia, a ese nivel ha llegado la cosa.

Angelo cuenta la historia de un joven esclavo africano que es llevado al continente europeo para ser bautizado y educado. La cinta dividida en tres partes, apenas deja intuir cierta reflexión sobre la hipocresía de la cultura salvadora y evangelizadora europea ni refleja crítica sobre una sociedad clasista que no acepta cambios. El film se pierde en secuencias interminablemente aburridas que apenas aportan nada a una historia que avanza a saltos sin ningún tipo de continuidad ni progresión dramática y de la que no se puede destacar prácticamente nada más allá de su apartado artístico. De momento el peor film del festival.


Por suerte llegaba al rescate el gran Carlos Vermut en la que puede ser la gran película del festival (hasta el momento lo es). Tras ganar Concha de Oro y premio a la dirección con Magical Girl el director vuelve cuatro años después a Donosti con ¿Quién te cantará?.
Vermut vuelve a demostrar que es único a la hora de retratar personajes rotos e incompletos que buscan darle rumbo a su vida con poco éxito, a la dualidad que se podría observar entre la diva que trata de huir de la fama y la camarera de karaoke encadenada a una vida infeliz se une una tercera arista con la historia de la adolescente que descarga su necesidad de atención a través de la violencia. Tres historias de mujeres que huyen de algo y que se buscan entre ellas. Tres actrices en estado de gracia, Najwa Nimri hipnótica y magnética, Eva Llorach emocionante desde la contención, Natalia de Molina un torrente de emociones, las tres de premio.
Y mientras Carlos Vermut componiendo planos que te dejan pegado a la pantalla, manejando la cámara con extrema sutileza y paciencia, dejando que la escena respire lo que haga falta para hacer que todo fluya de manera orgánica, lo que consigue el director con su tercera película es de auténtico maestro.
Una auténtica joya que se ha quedado grabada en mi mente y que estoy seguro que no saldrá de ahí en mucho tiempo. Una de las películas imprescindibles de este año, no os la perdáis.


Para cerrar el día Movistar nos traía Arde Madrid, la nueva serie de Paco León. En ella una instructora de la sección femenina franquista se infiltra en la casa de Ava Gardner para espiar sus presuntas relaciones con el comunismo.
Si bien la premisa inicial es original e interesante, la serie no acaba de arrancar y parece faltarle siempre algo de punch. Vistos los primeros cuatro capítulos (los más valientes pudieron ver la temporada entera con ocho capítulos), Arde Madrid entretiene pero nunca llega a entusiasmar, te arranca alguna sonrisa pero apenas ninguna carcajada, carece de personajes carismáticos y su historia no tiene aún un rumbo claro en el ecuador de su primera temporada. Su ajustada duración de 30 minutos hace que se vea con agrado y no moleste pero tampoco es una serie que me haya interesado lo suficiente como para darle una segunda oportunidad.

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