miércoles, 2 de octubre de 2019

Hasta siempre, hijo mío

Hasta siempre, hijo mío. Título original: Di jiu tian chang

Director: Xiaoshuai Wang

Actores: Wang Jinchung, Mei Yong, Roy Wang, Liya Ai, Jingjing Li, Zhao Yan Guo Zhang, Cheng Xu

Guión: Mei Ah, Xiaoshuai Wang

Productores: Xuan Liu

Montaje: Lee Chatametikool

Fotografía: Hyunseok Kim

Música: Dong Yingda

Producción: Dongchun Films


Hay un amor que supera a cualquier otro, el de un padre hacia su hijo. Hay países que se sienten padres y creen saber lo que es mejor para sus hijos, pero no, evidentemente no es lo mismo.

Hasta siempre, hijo mío comienza con una escena en la que dos niños juegan junto a un embalse, pronto descubriremos que en ese lugar va a ocurrir una tragedia, algo imposible de superar. A partir de entonces Xiaoshuai Wang nos lleva de la mano junto a Yaojun y Liyun en un viaje que recorre pasado, presente y futuro abarcando una historia mucho más grande que la de éste matrimonio y sus amigos.

Cuando hablamos de cine oriental tendemos a pensar rápidamente en Japón que lleva décadas dando obras maestras o en Corea del Sur, la gran potencia cinematográfica de los últimos años aunque en los Oscar se empeñen en olvidarse de ellos, sin embargo el cine chino que más allá de nombres individuales como Wong War Kai o Zhang Yimou siempre había permanecido un poco más en la sombra, lleva años avisando de su potencial y lo confirma una vez más con una de las grandes películas de 2019.

En el festival de Berlín llegaron los primeros avisos, tanto es así que Hasta siempre, hijo mío se convirtió desde el principio en una de las favoritas al Oso de Oro y su pareja ganó de modo incontestable sendos Osos de plata por su interpretación. Sin embargo ha sido en su llegada al Festival de San Sebastián cuando nos hemos dado cuenta que aquello de "no te pierdas la china de tres horas" era el mejor consejo que nos podían dar.



Hasta siempre, hijo mío se propone contarnos la historia de un matrimonio y su grupo de amigos a través de más de tres décadas. El amor, la amistad, la tragedia que los separó y la lucha, a veces imposible, por seguir adelante. Xiaoshuai Wang centra su mirada en la vida cotidiana de éste grupo que a la vez sirve como pequeñas dosis del cambio sociocultural de la china comunista en estas tres últimas décadas, tarea inabordable y que Wang trata de la manera más inteligente posible, utilizándolo como telón de fondo para la historia de Yaojun y Liyun.

Wang Jinchung y Mei Yong dan vida con una interpretación delicada y llena de matices a éste matrimonio que pasa de la inocencia juvenil y la alegría de la amistad al duelo por la pérdida y el proceso de aceptación de lo insuperable. Junto a ellos su grupo de amigos son la representación perfecta de los cambios de su sociedad, desde la represión y censura comunista, pasando por la tristemente famosa política de un solo hijo con todas las consecuencias que trajo consigo, a la modernización y occidentalización del país.

Xiaoshuai Wang apuesta por una estructura basada en saltos temporales donde pasado y presente se mezclan, pero esto en lugar de confundir al espectador le ayuda a comprender el por qué de ciertas situaciones y actitudes de los personajes. El film te atrapa desde el comienzo gracias a esa narrativa interrumpida de puzle que a su vez se divide en múltiples subtramas de todos sus personajes y sin embargo Wang se las apaña (ese es el gran secreto y a la vez gran logro del film) no solo para mantener el interés del espectador, si no en que éste sea capaz de colocar las piezas por sí mismo para comprender la evolución personal de cada personaje y la obra en su conjunto.



En Hasta siempre, hijo mío el espectador ríe, llora, se emociona y reflexiona, es una de esas películas que te hace volver a enamorarte del cine. Una historia enorme a la vez que íntima y pequeñita con unas actuaciones sublimes y que te deja la sensación de haber visto una de esas pequeñas joyas que solo se encuentran cada cierto tiempo. Una experiencia que te apetece dar a conocer a los demás, para compartir esa sensación de felicidad y tristeza compartida que te deja el film cuando sus cortísimas tres horas finalizan.

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