lunes, 21 de septiembre de 2020

San Sebastián Film Festival 2020: Domingo 20

Segundo día en el festival pero primera jornada completa y sobre todo día de grandes películas, y es que gran parte de los platos fuertes de la semana se concentraban en éste Domingo, con los dos premios principales del Festival de Venecia en Perlas y dos películas en Sección Oficial con el sello de seleccionados por Cannes de la mano de dos grandes como Ozon y Vinterberg.
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Pero antes de semejante atracón comenzaba la mañana con una visita a la sección de Nuevos Directores con Ane primer film de David Pérez Sarduño, enmarcada en las protestas en Euskadi en 2009 por las obras del tren de alta velocidad. Este trasfondo sirve a Sarduño para contar la historia de una madre coraje dispuesta a todo por su hija en un entorno que parece empeñado en alejarle de ella. Mención especial para una espectacular Patricia López Arnaiz que se come la pantalla llevando el film sobre sus hombros durante prácticamente todo su metraje.


El Kursaal se llenaba para recibir a dos de los grandes protagonistas del festival, los daneses Thomas Vinterberg y Mads Mikkelsen. Druk (Another Round) parte de un original punto de partida, un grupo de profesores decide experimentar en sus propias carnes la teoría (que realmente existe según palabras del propio director) de que los humanos poseemos un déficit del 0,05 por ciento de alcohol en sangre y que su ingesta proporciona beneficios en la creatividad y el comportamiento social. Asi cuatro cuarentones en plena crisis de mediana edad deciden experimentar sobre ellos mismos los beneficios de la ingesta de alcohol en su vida diaria.

Quizás el mayor acierto y a la vez sorpresa en Druk es como Vinterberg logra convertir un tema tan serio en una comedia por momentos hilarantes sin perder de vista la trascendencia del tema tratado. Apoyándose en unas excelentes actuaciones, con un Mikkelsen absolutamente genial, el film es capaz también de superar las posibles limitaciones al hablar del alcoholismo para reflexionar sobre el papel del alcohol en nuestra sociedad (ingeniosísimo y eficaz el montaje con imágenes de archivo) huyendo siempre del paternalismo y la corrección política, dejando en manos del público el juzgar (o no) lo visto. No solo candidata a figurar en el palmarés del festival, si no una de las películas de este año tan raro también en lo cinematográfico, imprescindible.

Y por supuesto, LA CANCIÓN.


Con el resacón (lo siento, tenía que hacerlo) de lo de Vinterberg parecía difícil seguir con el día y sin embargo, el flamante Gran Premio del Jurado del Festival de Venecia estaba dispuesto a demostrar lo contrario.

Nuevo Orden de Michel Franco es un puñetazo duro y seco en la boca del estómago que te deja sin aliento, un vistazo a un estallido social de la lucha de clases y su posterior respuesta militar y de estado aterradoramente posible y premonitorio, y es que vallas o confinamientos selectivos en barrios pobres nos suenan tristemente familiares. El film de Franco no da respiro en su crítica descarnada (con tintes del desaparecido Saramago) a nuestra sociedad y sus élites de poder dejando al espectador exhausto con unos 86 minutos que funcionan sin fisuras y te dejan con un nudo en la garganta y cierto temor en el corazón difícil de olvidar. Cine no solo de primera calidad, si no hoy más que nunca (y suelo odiar decir esta palabra) muy necesario.


El día estelar continuaba con uno de los habituales y preferido de San Sebastián, el francés François Ozon, con otra seleccionada para el anulado festival de Cannes que ha pasado a la Sección Oficial del Zinemaldia, Eté 85 (Summer of 85).

La nueva película de Ozon es un coming of age romántico, en el que un adolescente recuerda su primer amor en ese verano del 85 del título. Mezcla entre un Call me by your name ligero (¿se atreverá Guadagnino a premiar un film similar al suyo?) con cierto parecido estructural a la magnífica En la casa del propio Ozon, el film se sostiene durante la mayor parte de su metraje por la simpatía deshinibida de un propuesta con una voluntad inicial de divertimento. 
Si bien es cierto que en sus minutos finales y cuando se quiere tornar excesivamente trascendental y dramática la película pierde fuelle, el gran trabajo de sus protagonistas (excelente Lefebvre y arrebatadoramente canalla Voisin) y escenas tan icónicas y espectaculares como la del baile en la fiesta hacen que nos encontremos de nuevo con un Ozon en estado de gracia.


Y si parecía difícil finiquitar la jornada sin bajar el gran nivel, nada más y nada menos que la ganador del León de Oro de Venecia y el People Choice Award de Toronto, para acabar el día.

Nomadland retrata a un sector de la sociedad norteamericana que se ha visto olvidada en la última gran recesión económica, despojados de sus casas y ahorros, muchos de ellos sobreviven recorriendo las carreteras de su enorme país en furgonetas y caravanas durmiendo en estaciones de servicio con trabajos precarios y temporales. El minimalismo narrativo de Chloe Zao  llevándolo casi hasta el formato documental se pone al servicio de una maravillosa Frances McDormand (sin duda candidato a todo premio de interpretación que se de este año), en una película tan bella como contemplativa que deja lugar a la reflexión sobre esos nomadas sin tierra a los que la maquinaria capitalista de su país ha machacado sin piedad y sin embargo siguen siendo papel fundamental en la identidad de su país.
Café para muy cafeteros, será amada y odiada a partes iguales por el esfuerzo que requiere del espectador para entrar en su propuesta. 
Particularmente estoy muy dentro, bellísima y para McDormand se me acaban los adjetivos.


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