Director: Craig Brewer
Actores: Eddie Murphy, Arsenio Hall, Jermaine Fowler, Leslie Jones, Wesley Snipes, Tracy Morgan, Kiki Layne, Shari Headley, James Earl Jones, John Amos, Nomzamo Mbatha
Guión: Barry W. Blaustein, David Sheffield, Justin Kanew, Kenya Barris
Productores: Kevin Misher, Eddie Murphy, Mark Anthony Little
Montaje: David S. Clark, Billy Fox, Debra Neil Fisher
Fotografía: Joe "Jody" Williams
Música: Jermaine Stegall
Producción: Eddie Murphy Productions, Misher Films, Paramount Pictures, New Republic Pictures
La carrera de Eddie Murphy en los años 80 podría estudiarse en las escuelas como el asalto perfecto al estrellato hollywodiense, encadenando un éxito tras otro el actor se convirtió en el auténtico Rey de la comedia en esa década para caer prácticamente al olvido en los años posteriores. Quizás (seguro) productos de menor calidad o tal vez el humor de Murphy no conectaba de igual modo con las nuevas generaciones, el caso es que con alguna excepción (defenderé siempre Bowfinger ante quién haga falta) el éxito del actor parecía reducirse a su labor como doblador en Shrek.
Sin embargo su regreso a la primera línea con la muy estimable Yo soy Dolemite, con candidatura al Oscar injustamente olvidada, le ha hecho subirse al tren preferido para reflotar carreras, el de la nostalgia. Y es que recuperar viejos éxitos se está convirtiendo en costumbre para los actores de moda de los 80, con el propio Murphy preparando ya la cuarta entrega de Superdetective en Hollywood.
Treinta años después, Akeem accede finalmente al trono tras la muerte de su padre, Jaffe Joffer, es en éste momento cuando el nuevo Rey comienza a pensar en su sucesión, ya que las vetustas leyes de Zamunda impiden que ninguna de sus hijas sea Reina, sin embargo Akeem descubre que tiene un hijo bastardo en EEUU y decide viajar a conocerlo.
Si algo se puede decir de El rey de Zamunda es que es absolutamente honesta ya que en ningún momento oculta que su principal baza es el cariño a su antecesora incluyendo incluso metraje de El Príncipe de Zamunda a modo de flashbacks e incluso a la carrera del propio Eddie Murphy con un excelente guiño a Entre pillos anda el juego. Una vez superadas las ya cansinas pero no menos habituales reticencias iniciales sobre la utilización de la nostalgia podemos hablar de la película: ¿Secuela innecesaria?, sin duda, ¿inferior a la primera?, también, ¿divertida?, muchísimo.
Y es que en un divertido juego metacinematográfico lo que más le pesa a El Rey de Zamunda es heredar el trono de su antecesora, algo dificil de obviar ya que como hemos dicho recurre constantemente a ella, pero si somos capaces de hacer un pequeño ejercicio de abstracción descubriremos que el nuevo film de Eddie Murphy es tan inferior al film original como superior a la media de las comedias recientes.
Si bien la trama recurre inicialmente a la historia original para propiciar la vuelta de Akeem a Queens y reencontrarse con alguno de los personajes más añorados de Murphy, el film le da la vuelta a la propuesta en esta ocasión para jugar con las dificultades del heredero bastardo de adaptarse a las tradiciones de Zamunda. Una vez más el guion es una mera excusa para encadenar un gag tras otro, y ese el verdadero éxito del film, el que la mayoría funcionen a la perfección, ya sean los que recurren a personajes ya conocidos, como los siempre hilarantes dueños de la barbería o el regreso triunfal de Chocolate Sexy o gracias a las dos auténticas joyas del film, los secundarios protagonizados por un divertidísimo Wesley Snipes con su parodica ridiculización de los señores de la guerra africanos y sobre todo una Lesley Jones que roba la película en cada intervención con su histrionismo demostrando una vez más que es una de las mejores cómicas del momento.
Eddie Murphy adopta en esta ocasión el papel de maestro de ceremonias, con evidente protagonismo como Akeem pero sin quitar espacio a las nuevas incorporaciones y disfrutando claramente más de su labor interpretando a otros personajes, quizás sea la falta de carisma de Jermaine Fowler el pequeño lastre que hace que el film caiga en ciertos baches por momentos, su papel como heredero al trono evidentemente tiene peso en la trama y ni el actor cumple a nivel cómico ni su historia de amor acaba de funcionar. También se echa en falta mayor presencia de Arsenio que a pesar de seguir manteniendo una química extraordinaria con Murphy no goza de demasiado tiempo en pantalla.
El Rey de Zamunda es un caramelito para los fans de la década ochentera de Murphy pero también es una buena comedia más allá de su condición de secuela, un film que evidentemente no pasará a la historia como su antecesor pero que parece confirmar el regreso de un cómico tan brillante como Eddie Murphy, y eso sin duda es una gran noticia.
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