sábado, 9 de octubre de 2021

Sitges 2021: Día 1 y 2

Volver a Sitges ha sido toda una experiencia y una cura lo reconozco, la nueva normalidad no lo ha sido tal realmente hasta que he podido volver al templo del mejor cine de terror y fantástico. Al final todos los sitgeros formanos una comunidad, en la que aunque no te conoces si te reconoces y ver de nuevo a los habituales y a los viejos conocidos ha sido una ilusión tremenda y es que aunque el sustitutivo de la versión online del año pasado sirvió para quitarnos el mono, no ha sido hasta que entré en el Auditori y pude aplaudir a King Kong de nuevo derribando aviones cuando realmente volví a sentirme en el Festival de Sitges de nuevo.

Como es tradición en cada año el primer día es el de las prisas, el madrugón para el avión o tren, el perderte en el Rodalies (otra tradición a la que no puedo fallar y que se contará y se reirá debidamente en Los de al lado de Pumares), llegar corriendo a por la acreditación y entrar a la carrera en la primera película, una vez cumplido todos esos trámites tocaba comenzar el festival.

Y nada mejor para empezar el festival que uno de esos cortos que realmente me gustan en un festival de éste tipo, es decir, una buena idea, pocos minutos y un final impactante, todo eso es lo que ofrece La inquilina, de Lucas Paulino y Ángel Torres, que con la presencia de Belén Rueda se bastaron para meter el miedo entre los asistentes en apenas diez minutos.

Pero el pistoletazo oficial se daba con Mona Lisa & the Blood Moon de Ana Lily Amirpour que ya había impresionado al festival hace unos años (con premios incluidos) con Una chica vuelve sola a casa de noche. En esta ocasión el film cuenta a modo de pequeña fábula con cierto elemento fantástico, la historia de una joven encerrada en un manicomio de Nueva Orleans a la que la salida de la Luna Llena despierta una serie de habilidades especiales con las que comenzará su huida. La película transita por el coming of age a la vez que se dedica a observar un lugar tan pintoresco como Nueva Orleans. Una pequeña joyita quizás con menos ambición que sus anteriores trabajos pero llena de encanto y personalidad.


Mientras gran parte del festival paladeaba Titane, mi tarde se encaminaba hacia una comedia licántropa. Pero antes de nuevo un cortometraje Evie excesivamente largo y sin demasiado interés más allá de algún efecto práctico resultón.

Werewolves within es un whodunnit en un pequeño pueblo en el que con la llegada de un nuevo Ranger comienzan a sucederse los asesinatos con el telón de fondo de la construcción de un gasoducto, situación que acaba juntando a todos nuestros personajes en un hotel para comenzar el juego de encontrar al asesino. Lamentablemente la cinta nunca llega a acertar en el tono, con una comedia demasiado ligera y un misterio que no acaba de interesar del todo. Leves risas y comentarios bastante irregulares a la salida de una comedia que pasará sin pena ni gloria por el festival.


Y con la tercera película del día llegó una de esas bonitas sorpresas que nos tiene preparadas Sitges de vez en cuando, y es que aunque ya Ángel Sala había avisado sobre The Execution, reconozco que me pilló por sorpresa lo bien que maneja un director novato como el ruso Lado Kvataniya esta mezcla entre Citizen X y Zodiac que con una narrativa de continuos saltos temporales nos cuenta no solo la caza de una asesino en serie si no la obsesión de sus perseguidores hasta comenzar a dudar dónde está el límite entre la bestia y el cazador. Un thriller muy bien armado que va aumentando en intensidad a cada minuto y con un clímax final realmente arrebatador, se le podría achacar ciertos defectos comunes en las óperas primas como la falta de un montaje algo más pulido y un guion que por momentos se pierde intentando complicar la acción más de lo necesario para hacer sus revelaciones más impactantes. Aún así una película apasionante y un director claramente a seguir.



El primer día se cerraba con The Deep House de los ya habituales del festival Julien Maury y Alexander Bustillo, que vuelven a Sitges con una película de casa encantada con cierta particularidad y es que ésta se encuentra bajo el agua. Lo que a priori podría suponer un aliciente se acaba convirtiendo en su principal defecto y es que a una primera mitad de introducción de la pareja submarinista protagonista altamente tediosa se una el hecho de que los directores no saben sacar partido del escenario y caen repetidamente en los peores defectos del subgénero, es decir, una cámara subjetiva de los protagonistas por momento mareante en busca de la imagen más impactante y los subidones de volumen más cercanos a provocar una otorragia en el espectador que un buen salto en la butaca. Una triste decepción de unos directores que tras su brillante pasado parece que no levantan cabeza.



Ya más asentado llegaba el segundo día con su habitual madrugón (a éstas alturas no duele tanto) y su llegada con sueño y a medio café a Auditori para ver Cliff Walkers (Impasse) del siempre interesante Zhang Yimou. En plena ocupación japonesa en China el film sigue una enrevesada trama de espionaje con agentes dobles e incluso triples en una misión repleta de giros, traiciones y sospechas. Todo por supuesto con las bellísimas imágenes que ya forman parte de la marca de la casa Yimou. Una delicia para los sentidos pero que pese a lo enrevesado de su propuesta quizás se queda algo más corta en una historia que nos suena a ya vista en anteriores ocasiones.


Turno para Censor que parece haberse convertido en la primera polémica de esta edición y es que tras su pase el primer día eran muchas las voces que se alzaban en contra de una fuerte apuesta del festival este año. La historia de una trabajadora en una oficina de censura en los años 80 en Gran Bretaña traumatizada con la desaparición de su hermana y obsesionada con una video nasty se convierte en un juego de colores, texturas y formatos con una estupenda utilización del sonido para mezclar realidad, ficción y sentimiento de culpa manteniendo un ambiente turbio e insano hasta el último segundo con un final que ha gustado y ha sido odiado a partes iguales. Ponerme en su equipo desde ya mismo porque la he disfrutado a lo grande.


La nueva película del también habitual Ben Weathley también es acontecimiento y con In The Earth no podía ser menos. Rodada en pleno confinamiento, con un equipo técnico y artístico minúsculo el film hace de la necesidad virtud y convierte la experiencia de su visionado en una experiencia lisérgica y paranoica con una historia que oscila entre el Folk Horror y el Eco terror con pequeños momentos de survivor y un humor negro cargado de mala leche que los amantes de Weathley ya conocerán de sobra. Otra que particularmente me ha dejado pegado a la butaca con la boca abierta mientras a la salida se escuchaban comentarios no demasiado favorables.


Y el segundo día se cerraba con Cryptozoo una extraña película de animación para adultos con un recinto y unas protagonistas encargadas de salvaguardar a los animales mitológicos o críptidos como los llaman en el film como punto central de la acción. La cinta ofrece una animación tan atractiva como exigente lo cual invita a unos espectadores más adultos pero sin embargo se pierde en un argumento y mensaje excesivamente simple e infantilizado y esta extraña mezcla hace que no disfrute como me gustaría una propuesta tan arriesgada. Una pequeña decepción.


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