sábado, 16 de octubre de 2021

Sitges 2021: Día 8

El festival afronta su traca final, con el anuncio de aumento de aforo con el fin de las restricciones y soltando todos los platos fuertes que le quedan porque ya no hay tiempo para guardarse nada, ni siquiera la película sorpresa que será Dashcam de Rob Savage. Día de coger fuerzas antes del fin de semana donde ya si que será imposible descansar, pero pese a las pocas películas Edgar Wright siempre consigue que el día sea bueno.
Y es que no solo en Sitges si no entre los fans del género había muchísima curiosidad por ver lo nuevo del director de esa obra maestra incomprendida que es Scott Pilgrim y la gloriosa trilogía del Cornetto. En Last night in Soho Wright pone todo su estilazo al dirigir y gusto musical al servicio de una película que homenajea al Londres de los años 60, creo que poco hay más que decir para disparar el hype por las nubes. Y ya que el propio director avisa antes del comienzo del film que por favor no se difundan algunas de las muchas sorpresas que ofrece la película para no estropear la experiencia a otros espectadores baste decir que se trata de la historia de una joven que viaja desde el campo a Londres para estudiar en una escuela de modo y vivir al fin en la ciudad de sus sueños. A partir de aquí poco más que decir sobre las aventuras de Thomasin McKenzie, Anya Taylor Joy (vaya par de añitos lleva) y Matt Smith ya que su viaje de pizpireta y apocada estudiante y pareja cargada de flow respectivamente es mejor descubrirlo por uno mismo. Solo decir que Wright se mantiene en mejor forma que nunca, con un aspecto visual realmente asombroso, un manejo del ritmo como siempre espectacular gracias a la sucesión de giros argumentales y unos interpretes que clavan sus personajes. Esta vez si podemos decir que se han cumplido las expectativas y eso que las apuestas estaban altas.



A media tarde era el turno de Here Before un supuesto thriller en el que un matrimonio asiste a la llegada de unos nuevos vecinos a la casa de al lado con una hija que les recuerda extrañamente a su hija fallecida años atrás. Madres obsesionadas, niñas perturbadoras e insinuaciones de reencarnación se van convirtiendo en un melodrama de media tarde con revelaciones un tanto vergonzosas y una resolución que ha provocado risas nerviosas entre el personal. Ni la siempre buena labor de Andrea Riseborough salva la papeleta de un film más cercano a un capítulo especial de tu culebrón turco favorito que de una producción digna de un festival de cine fantástico y de terror.


Y momento para otra polémica en el festival y es que ya os dije que se suceden con cierta velocidad, tras el primer pase de Demonic de Neill Blomkamp, el director sudafricano que además recibía galardón en el festival. El film en el que una mujer accede a probar tecnología experimental y entrar en el cerebro de su madre para descubrir que el demonio se oculta en el mundo virtual ha recibido durísimos palos tras este primer pase y hay quién ha salido a defender al director que ha hecho la película con sus propios medios durante la pandemia. Un aplauso para Neill por querer seguir haciendo cine pero eso no es óbice para reconocer que la película es un absoluto despropósito digno de proyecto de primero de carrera con un guión mediocre y una factura técnica indigna de estrenarse en grandes salas. Una de las cosas más ridículas que he podido ver en éste festival.

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