sábado, 22 de abril de 2023

Air

 

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Air

Director: Ben Affleck

Actores: Matt Damon, Ben Affleck, Viola Davis, Jason Bateman, Chris Tucker, Marlon Wayans, Chris Messina, Julius Tennon, Damian Delano Young

Guion: Alex Convery

Productores: Ben Affleck, Matt Damon, Madison Ainley, Jason Michael Berman, David Ellison, Peter Guber, Jeff Robinov, Jesse Sisgold, Jon Weinbach

Montaje: William Goldenberg

Fotografía: Robert Richardson

Música:

Producción: Amazon Studios, Artist Equity, Mandalay Pictures, Skydance Media


El cine más mainstream hollywoodiense tiene sus rachas, la mayoría de ellas son modas que van y vienen, desde el cine de catástrofes hasta las películas de época, el western, los grandes monstruos, casi cualquier temática tiene posibilidades de volver a las grandes pantallas y es que los grandes estudios suelen coincidir en ideas, probablemente por aquello de subirse a la ola del éxito y no arriesgar demasiado. Sin embargo es bastante probable que pocos vieran venir esta nueva moda, hubo biopics de grandes empresarios si, La Red Social de hecho marcó un antes y un después que no supieron seguir los biopics de Steve Jobs pero el siguiente paso ha sido que sean los propios productos los protagonistas de las películas, así ha llegado a plataformas la sorprendentemente notable Tetris, se aproximan los estrenos de películas sobre la Blackberry y el pinball y una de los films del momento es Air, la historia tras el acuerdo comercial entre Michael Jordan y Nike que marcó un hito a nivel deportivo.

No se puede negar la audacia de la propuesta y es que en principio poca emoción tiene una historia de la que si bien no conocemos todos los detalles, su resolución y consecuencias probablemente sean los más famosos de la historia del marketing deportivo. Por eso se debe reconocer el mérito de Air a la hora de crear una historia atractiva en la que si bien conocemos el final, consigue atraparnos en la incógnita del cómo. Para ello Affleck decide obviar casi por completo al mito deportivo y centrarse en un asunto tan a priori poco atractivo como las finanzas y la estrategia empresarial de una gran multinacional de ropa deportiva, sin embargo su excelente casting lo da todo con unas interpretaciones esforzadas en las que quizás sea el propio director el que más flaquea y Viola Davis y Chris Tucker aprovechan para robar la función cada minuto que aparecen en pantalla mientras Damon sostiene sobre sus hombros el peso del film.

Air

Air avanza ágil y con brío intentando que nos olvidemos de la realidad que estamos viendo, la idealización y encumbramiento del capitalismo más brutal y por momentos consigue que el espectador se identifique con esos millonarios luchando por echar unos cuantos billetes más a su saca. 

Sin embargo el extraordinario ritmo del film va decayendo poco a poco porque las contradicciones de la ideología de Air cada vez son más evidentes y la historia realmente no da para tanto una vez que se decide renunciar a la parte deportiva para centrarse en la empresarial. Así poco a poco la evidente antipatía que provoca el personaje de Affleck y esas frases de mandamientos neoliberales nos van haciendo fruncir el ceño.

Pero básicamente el gran problema de Air es que cuando llega el momento definitivo, esa gran reunión en la que va a cambiar el futuro de la moda deportiva, el film abandona su audacia para refugiarse en un horterísima discurso motivador de primero de coaching con imágenes reales de archivo en un montaje capaz de hacer sonrojar incluso al mayor fan de Michael Jordan para descubrirnos que si, finalmente el tan deseado final feliz era comprobar como una compañía multimillonaria consigue amasar más millones aún y se engrandece aún más la figura de un jugador de baloncesto que ya estaba llamado a marcar una época.

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Air es sorprendentemente divertida la mayor parte de su metraje, cuenta con grandes interpretaciones y un ritmo que consigue que por momentos olvidemos la obscenidad de su discurso y sin embargo cae estrepitosamente en el momento en que debería alcanzar su mayor punto de epicidad y es que quizás por muy bonitas que sean las cartas que se van colocando, la realidad de su historia hace que el castillo se derrumbe al primer soplido. 

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