Director: Will Gluck
Reparto: Sydney Sweeney, Glen Powell, Gata, Hadley Robinson, Nat Buchanan, Dermot Mulroney, Michelle Hurd, Alexandra Shipp, Darren Barnet, Bryan Brown, Rachel Griffiths
Guion: Ilana Wolpert, Will Gluck
Productores: Will Gluck, Jeff Kirschenbaum, Joe Roth
Montaje: Tia Nolan, Kim Boritz Brehm
Fotografía: Danny Ruhlmann
Música: Este Haim, Christopher Stracey
Producción: Sony Pictures Releasing, SK Global, Fifty Fifty Films, RK Films, Olive Bridge Entertainment
Es habitual hablar de géneros más valorados y otros más olvidados dentro de la industria del cine, el drama siempre será el gran triunfador a la hora de ganar prestigio mientras otros como el terror son ninguneados habitualmente por la crítica mientras conservan una salud envidiable en taquilla, o la fantasía y la ciencia ficción que intentan resistir con dificultad más allá de las grandes sagas y franquicias, pero si hay un gran olvidado dentro de los géneros olvidados este es la comedia romántica, anteriormente idolatrada en los años del screwball o creadora de estrellas hasta hace apenas un par de décadas, la romcom parece haber caído en desgracia al menos en la industria, reduciendo su producción al mínimo y con la idea general de que es un contenedor de aspirantes a estrellas que no llegan a dar el último paso y se refugian en un género menor.
Y sin embargo el público (como tantas y tantas veces) no para de llevar la contraria a crítica e industria, demostrando que el género no ha muerto y como ya ha sucedido en no pocas ocasiones provoca éxitos absolutamente inesperados (aún recordamos el pelotazo de Crazy Rich Asians).
El último ejemplo ha sido Cualquiera menos tú comedia romántica absolutamente prototípica que desde su autoconsciencia y utilizando su falta de pretensiones como su mejor arma ha conseguido conquistar al público y llenar salas de alegría contagiosa.
El film de Will Gluck sabe a lo que quiere jugar y adopta su postura desde el primer momento, presentándonos a una pareja de protagonistas ridículamente guapos, con una primera cita prácticamente perfecta que acaba en desastre por una serie de malentendidos. Meses después Bea y Ben descubren no solo que comparten grupo de amigos si no que van a tener que pasar varios días juntos en una boda en Australia y deciden ocultar su odio mutuo fingiendo ser pareja para no estropear el evento.
A partir de aquí lo que ya sabemos, continuos equívocos pondrán una traba tras otra a su historia de amor. Pero quizás por lo que más destaque Cualquiera menos tú es por su clara intención de no tomarse en serio a sí misma y de utilizar todos los clichés posibles a su favor, desde su pareja protagonista, tan guapos, blancos y rubios hasta el escenario elegido, tan idílico como imposible, todo es tan exagerado que es muy difícil tener una mirada cínica hacia un film que te está gritando constantemente que solo quiere que te diviertas.
Glen Powell y Sydney Sweeney compensan su incómoda belleza con una adorable torpeza personal y para las relaciones y hacen que nos pongamos de su parte al momento, mientras una serie de acertados secundarios desfilan en pantalla para poner a la pareja en problemas o intentar solucionarlos indistintamente a un ritmo tan endiablado que hace que olvidemos rápido los gags que no funcionan (que alguno hay) para observar que nuevo desastre va a suceder o en que situación absolutamente imposible en el mundo real se van a encontrar nuestros protagonistas.
Cualquiera menos tú probablemente ni siquiera va a quedar en el recuerdo de los amantes de un género tan denostado como la comedia romántica y sin embargo ha logrado liderar la taquilla de una manera sorpresiva sin una gran campaña publicitaria detrás, pero es que es difícil decir que no a una película en la que acabas coreando y dando palmas a un hit de los primeros 2000 donde hasta sus propios protagonistas acaban preguntándose que demonios hace un helicóptero allí si no es para conseguir la escena romántica perfecta.
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