martes, 10 de marzo de 2020

XVII Muestra Syfy de cine fantástico: Día 3

Mandanguers la XVII Muestra Syfy ha muerto. Estáis leyendo esto y ya no hay gente aplaudiendo a la luna, los abuelos nos quitan los asientos del autobús pero ninguno saca una katana para matar zombis indios y cuando gritáis Dreeeeeewwwwww (Druuuuuuuuu) en el metro os miran raro. Pero al menos nos queda éste ratito para recordar lo último que pudimos ver en la Muestra.

El Domingo comenzaba con la sesión matinal y la proyección de un clásico entre los clásicos, Regreso al futuro que en su 35 aniversario era además leitmotiv de la Muestra.
Particularmente tenía la ilusión de un niño por ver por primera vez en pantalla grande una película que marcó mi infancia, mi adolescencia, vamos toda mi vida, y pese a las altas expectativas os aseguro que ha sido todo lo que esperaba y más. El ambiente en la sala ha sido espectacular, coreando canciones y aplaudiendo los momentos más emocionantes, los más pequeños salían con los ojos como platos y los más mayores con una sonrisa de oreja a oreja. Pero más allá del elemento emocional ha sido increíble volver a comprobar como Zemeckis consiguió una película de aventuras perfecta, con uno de los guiones más perfectamente milimetrados que he visto jamás, donde cada acción está justificada y tiene su consecuencia posteriormente, donde los elementos de la trama se van colocando sin una sola fisura, la acción entra en el momento más oportuno, el timing cómico es perfecto, los gags funcionan siempre y el increscendo narrativo y emocional es absolutamente ejemplar desde el primer minuto al último. Cuando alguien desprecie el blokbuster le ponéis Regreso al futuro y que os lo intente justificar.


Tras un breve descanso para la comida, que no solo de cereales y cafés de Sky (gracias, me habéis salvado la vida) vive el festivalero tocaba la ración de anime de éste año con Human Lost nuevo intento de Netflix en un campo en el que están apostando fuerte. El principal problema de Human Lost es que mezcla tantas tramas y referencias que al final acaba perdiendo al espectador, con un poquito de Akira por aquí, un poco de Ghost in the Shell por allá, mezclado con un debate existencialista sobre qué nos hace humanos, junto a cierta crítica social del trato de las clases más pudientes hacia las más desfavorecidas, unidas al complot de una empresa farmacéutica, más .... podría seguir así un rato, porque el cacao argumental de la película de Fuminori Kizaki es importante. Y es una pena porque todo lo que ofrece tiene potencial, su lore parece prometedor y digno de profundizar en él, sus escenas de acción son espectaculares y su reflexión es interesante, pero lejos de conseguir sintetizar todo esto, van dejando pinceladas que intentan solucionar con tediosas conversaciones sobreexplicativas para intentar traducir todo a un espectador que acaba algo cansado de su innecesaria complejidad. Probablemente en una serie con más tiempo de desarrollo la historia hubiera funcionado bastante mejor.


Momento para Quentin Dupieux, director ya de culto en el ambiente festivalero (asiduo de Sitges) y al que particularmente nunca he acabado de coger el punto, pero que curiosamente ha conseguido convencerme por fin con su última película.
Aunque hay que reconocer también que no podía haber mejores condiciones, y es que el ambiente mandanga es el mejor imaginable para una película como Le Daim donde un hombre se obsesiona con su chaqueta de ante, hasta el punto de querer ser la única persona en el mundo con chaqueta.
El humor surrealista de Dupieux funciona esta vez a la perfección en un film que nunca teme al ridículo gracias a unos Jean Dujardin y Adele Haenel absolutamente entregados a la causa y una historia tan absurdamente loca capaz que si entras en ella es imposible no adorarla. Que estilazo!


Le había aconsejado a todo aquel que iba a la Muestra Syfy que no se perdiera First Love porque prometía ser una de esas proyecciones especiales, y es que tras haberla disfrutado en San Sebastián y con el recibimiento que tuvo en Sitges, parecía la película perfecta para el ambiente mandanguer.
Y efectivamente el film se ha ganado al público rápidamente, gracias a unos personajes pasadísimos de rosca, un humor desenfadado y sin miedo al ridículo, continuas escenas de acción y una mezcla de tramas entre el romance, las drogas y la yakuza que hace que la película avance como un tiro y no de tiempo a respirar. Con continuos desmembramientos, fantasmas bailones, exageradísimos villanos hasta arriba de coca y personajes carismáticos la sala se ha convertido en una fiesta y nos ha recordado que el mejor Miike nunca se fue, solo se estaba tomando un descanso.


La Muestra Syfy terminaba y en un arranque de confianza decido mudarme a la Sala 2 con la esperanza de que The Boy: La maldición de Brahms merezca lo suficiente la pena como para prestarle atención. Mientras en la Sala 1 por problemas técnicos se divertían jugando a adivinar la película:

En las salas 2 y 3 disfrutábamos sufríamos La maldición de Brahms, que ya no molesta por estar lleno de clichés o porque probablemente no contenga un solo plano que no hayamos visto ya en cientos de películas de terror, si no que lo peor es que sus 86 minutos parecen convertirse en 86 años, con un ritmo que supuestamente intenta crear un ambiente malrrollero y que lo único que hace es aburrir hasta límites extremos con la clásica historia de niño que encuentra a muñeco cabrón que intenta matarle a él y a su familia (oh sorpresa), la única diferencia es que aquí el moñeco no hace NADA el 90 por ciento del tiempo. En serio, huid muy fuerte de ésto.



Eso si, la sensación de bajar de la Sala 2 y encontrarse todo el cine vacío ha sido extraña, pensábamos que la histeria por el Coronavirus ya había comenzado, pero no, para eso había que esperar un par de días, y como bien decía en Conan, eso es otra historia.

Así que un año más gracias a Leticia Dolera, gracia a Syfy, a Sky, al ambiente mandanguer (las polémicas de más o menos comentarios surgen todos los años, tampoco nos volvamos locos, que si al final todos volvemos es por algo), aplaudamos una vez más a la luna y a Nicolas Cage y esperemos vernos otra vez el año que viene .... o dentro de un par de semanas en urgencias si alguno llevó a la sala 1 nuestro virus más de moda.

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