domingo, 4 de octubre de 2020

Akelarre

Akelarre

Director: Pablo Agüero

Actores: Amaia Aberasturi, Alex Brendemühl, Jone Laspiur, Yune Nogueiras, Garazi Urkola, Lorea Ibarra, Elena Uriz

Guión: Pablo Aguero y Katell Guillou

Productores: Fred Premel, Iker Ganuza, Koldo Zuazua

Montaje: Teresa Font

Fotografía: Javier Agirre

Música: Maite Arrotajauregi y Aránzazu Calleja

Producción: Sorgin Films, Kowalski Films, Lamia Producciones, Tita Productions, La Fidele Production



En 1609 se inició el proceso inquisitorial contra las brujas de Zugarramurdi, el más grave y conocido en una historia española que hasta entonces había sido capaz de huir de la histeria colectiva europea en esas llamadas cazas de brujas. Este cambio de paradigma se debió en gran parte a la influencia del juez Pierre de Lancre que mandó quemar a 80 supuestas brujas en el País Vasco francés.

En 1609 en un pequeño pueblo del País Vasco francés los hombres se han echado a la mar y un grupo de jóvenes pasa el día en el bosque entre bailes, canciones y risas. A la mañana siguiente con la llegada del juez Rosteguy al pueblo son detenidas y acusadas de brujería.

Basado libremente en los libros de memorias de Pierre de Lancre, Traité de l'inconstance des mauvais anges et demons (1612) y L'incrédulité et mescréance du sortilege plainement convaincue (1622), el guión de Pablo Agüero y Katell Guillou logra no solo hacer un relato histórico sobre la persecución religiosa si no una historia de lo más actual respecto a la sororidad y la feminidad.

La detención de un grupo de jóvenes inocentes y las torturas para que confiesen su participación en un Sabbat satánico confieren a la primera parte de Akelarre una apariencia de un thriller judicial de época, sin embargo el film poco a poco se va centrando en la contraposición de ideas, la maldad frente a la inocencia, la ignorancia y la superstición frente al compañerismo y el ingenio, todo ello basado en sus dos personajes principales, una impactante Amaia Aberasturi que desprende alegría, decisión, imaginación o valentía según la ocasión lo requiera y un espectacular Alex Brendemühl maligno y lujurioso a partes iguales.


El film poco a poco va mutando del cuento gótico al puro terror psicológico gracias al montaje de Teresa Font (una auténtica institución en nuestra cinematografía, habitual colaboradora de Alex de la Iglesia, Pedro Almodovar, Imanol Uribe, Bigas Luna, Vicente Aranda y un largo etcétera) que aumenta la tensión minuto a minuto aprovechando de manera excepcional una banda sonora tan presente como inteligente en sus cambios de registro y sobre todo la espectacular labor de Javier Agirre capaz de plasmar en su fotografía la malignidad de todo lo que está sucediendo en pantalla.

La luminosidad que desprenden todas las escenas de libertad y camaradería del grupo de mujeres contrastan con la oscuridad que rodea a sus inquisidores, en una película tan hábil en su forma como inteligente en su subtexto, el que nos muestra que el principal mal de nuestra sociedad es la ignorancia y el único modo de luchar contra ella es la unión, algo que ni mucho menos quedó en el S.XVII y es que esas imágenes de mujeres perseguidas, maltratadas e incluso rapadas nos suenan aterradoramente cercanas.

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