miércoles, 9 de octubre de 2019

Sitges 2019: Martes 8

Tras el maratoniano día de ayer con seis películas tocaba madrugar de nuevo y es que si se quiere recuperar el tiempo perdido no se puede dejar ni una sesión libre, la de las ocho y cuarto de la mañana es la de los valientes, pero también donde se suele ver lo más importante de la Sección Oficial.
Y es que Synchronic significaba la vuelta a Sitges de Justin Benson y Aaron Moorhead, dos de los directores predilectos del festival que ya han triunfado aquí con Resolution, Spring o The Endless. Synchronic es una apuesta por un cine algo más ligero y accesible para el gran público que aún así incluye algunos de sus temas recurrentes como la amistad masculina o el jugueteo con el tiempo. En ésta ocasión dos enfermeros de ambulancia descubren que una nueva droga está provocando muertes extrañas y desapariciones entre quienes la consumen. Reconociendo que es una propuesta más genérica y volcada al mainstream Benson y Moorhead siguen manteniendo la magia y construyen una película entretenidísima que nos mantiene pegados a la pantalla y que incluso rizando el rizo se podría enmarcar dentro de su universo particular (ahí lo dejo). Siempre en el equipo de estos dos genios.


Bacurau llegaba con el crédito de haber ganado el premio del Gran Jurado en Cannes. Se trata de una distopia en un futuro cercano en un pequeño poblado de Brasil donde tras la muerte de su matriarca algunos miembros de la zona se dan cuenta que su pueblo está siendo borrado del mapa a la vez que unos extraños extranjeros comienzan a aparecer.
Sin menospreciar su crítica política la sensación con el film es que desarrolla una idea que ya hemos visto varias veces en los últimos años con el único añadido de trasladarla al folclore brasileño. Correcta sin más y excesivamente dilatada en su metraje, su primera hora se hace bastante cuesta arriba pero hay que reconocerla que en su último tercio sube bastantes puntos.


Harpoon ha sido la sorpresa agradable del día, una cinta pequeñita y de escaso presupuesto que ha hecho disfrutar de lo lindo a la sala Tramuntana. Tres amigos se van a pasar juntos un día en el mar pero cuando el motor del barco se estropea en medio del mar y se quedan a la deriva todos su trapos sucios comienzan a salir a la luz.
Comedia gamberra, ingeniosa y cargada de mala leche, aprovecha bien sus escasas posibilidades con tres actores perfectos y sorprendentes en sus papeles y un guión que nunca da tiempo al espectador a aburrirse.
Para descubrir pequeñas joyitas como éstas también venimos a Sitges.


El argumento de Patrick ya avisaba desde un principio que nos encontrabamos con una película un tanto bizarra, un joven que trabaja en un camping nudista y que tras la muerte de su padre se obsesiona con la pérdida de su martillo favorito.
Reconozco que tal vez haya sido cosa mía pero no he entrado nunca en esta propuesta tan WTF que trata de llevar adelante un drama metafórico sobre la fase de duelo tras una muerte y el proceso de maduración del propio Patrick. El humor absurdo nunca llegaba a funcionar y el mensaje del film se perdía en lo surrealista de su propuesta. Una película que ni siquiera me ha enfadado si no que me ha resultado completamente intrascendente. 


Tras un breve descanso, que cuando se quieren ver seis películas en un día también hace falta, la tarde noche empezaba con Achoura, que según su director es la primera apuesta del cine marroquí por una película de corte fantástico de éste tipo. En el film un grupo de amigos se separa siendo niños tras la desaparición de uno de ellos y vuelve a reunirse 25 años después cuando éste reaparece. A pesar de cierta torpeza narrativa y sus evidentes carencias técnicas Achoura se hace querer por su propuesta de abrazar el terror y el fantástico en una cinematografía donde aún no tiene tradición. Se le valora más el intento que el resultado final, pero yo estos intentos los valoro.


El Martes finalizaba con Adoration, la historia de Paul y Gloria, una pareja de adolescentes que deciden huir de una clínica psiquiátrica para vivir su historia de amor. Una vez más nos encontramos ante esa pregunta de, "que pinta esto en sección oficial de Sitges" y es que la película podrá ser valorable en ciertos aspectos, pero no se puede negar que es un drama sobre la enfermedad mental que no parece tener demasiada cabida en un festival de cine fantástico. Incluso saliendo de eso Adoration no ofrece nada nuevo en una temática que ya ha sido tratada en más ocasiones y con mayor acierto. Dicho esto y conociéndome, apuesto a que se lleva algo en el palmarés final. 



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